— No me hables de esa mujer, creí que seguía en Italia.

— Ya sabes que necesitamos gente que custodie el lugar, con ella en Italia no creo que sea de mucha ayuda — Su mirada cambia — ¿Desconfías de mi?

— No confió en ella.

— ¿Me crees capaz de seguirle el rollo?

— No, pero la veo como alguien que no acepta un no como respuesta.

— ¿Y crees que me quedaría de brazos cruzados? — Suelta un suspiro — ¿Brigid?

— No.

— Entonces no te molestes por ella — Beso su frente — No hagas gestos, solo vas a envejecer más rápido — Me golpea el brazo.

— Te recuerdo que eres mayor que yo.

— Vaya, me veo más joven que tú, amor.

— Te odio — Suelto la carcajada y la tomo del brazo antes de que se vaya — Suéltame.

— Me amas — Rozo mi nariz con la de ella — Te escucho.

— Te detesto — La pego a la pared provocando que suelte un jadeo — Balderik, está nuestra familia en el comedor — Me reprende en un susurro — Suéltame.

— No lo haré hasta que lo digas — Suelta un bufido. Alzó su pierna queriendo tener más acceso a rozar mi erección contra su pelvis, que sienta lo duro que me pone al verla tetándome — Brigid... — Digo en tono de advertencia.

Las risas de las mellizas se escuchan cerca al igual que sus pasos.

— Ahí vienen tus sobrinas, no querrás traumarlas de por vida — Me encojo de hombros.

— No me interesa.

— Balderik...

— Brigid... — Paso mi lengua por la comisura de sus labios, su cuerpo tiembla y meto mis dedos por la tela de su pantalón de licra. Mi respiración empieza agitarse cuando siento lo húmeda que está.

— Está bien, tu el blanco y yo el rosa — Brigid trata de alejarme al escuchar a las mellizas más cerca.

— No te soltare hasta que lo digas — Rozo mi nariz con la de ella una y otra vez — Dilo.

— Te amo, Balderik — Sonrió satisfecho y la beso al tiempo que bajo su pierna y llevo mis manos a su cintura.

— ¿Tía Brigid? — Rompo el beso y ambos volteamos a ver a las mellizas que nos miran con asco — Sí es asqueroso ver a nuestros papás hacer eso, también lo es al verlos a ustedes — Dice Ekaterina y Vittoria solo asiente estando de acuerdo.

— Mi casa, mis reglas — Digo con simpleza. Le doy un beso rápido a Brigid antes de irme — Y eso no es nada — Le digo a las niñas.

— ¡Balderik! — Sonrió divertido yéndome rápidamente antes de que me lance algo.

Avanzó por el pasillo y veo a uno de mis hombres abrir la puerta principal y enseguida veo a Flavio, Nerón y a Emily entrar a la casa con bolsas y cajas de regalo. «Hoy será un gran día» pienso al soltar un largo suspiro cuando dejan todo a un lado. Nerón sonríe y no tarda en venir a mi para saludar.

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