El ceño de Arturo se frunció ligeramente, aún con la reciente risa presente.

-Así que, Julieta, eh? Tal vez te la encuentres de nuevo.

-El bosque es gigante, la posibilidad para ello es minúscula.

-Pero, te gustaría volver a verla?-
Algo en el tono de Arturo extrañó a Merlín.

-Bueno, supongo que me sería de gran ayuda para cuando tengas más hierbas que buscar, tal vez así Gaius me preparé mi cena favorita más seguido.-
Decidió bromear Merlín finalmente, viendo como el príncipe solo le sonreía ligeramente y daba el tema por terminado.

-¿Que tal los preparativos? No te habrán pegado tan fuerte a ti como a mi. - le preguntó Merlín.

-Extremadamente aburridos, como siempre. Mi padre dio otro discurso sobre eso, dijo que es la visita más especial que hemos tenido en décadas o algo así. En serio, no entiendo que tiene de especial ese tal reino, nunca en mi vida he escuchado hablar de él.

-Dicen que tienen las mejores cosechas de Albión. - le informó Merlín.

-No creo que eso nos sirva a nosotros... después de todo, no seremos nosotros quien usemos esas cosechas. - dijo Arturo, estirando los brazos para que Merlín le vista su ropa para dormir.

-Tal vez a Uther le guste la reina.- río Merlín, tirando de la camisa de algodón. -Dicen que es muy hermosa.-

La cabeza del rubio se asomó entre las telas, y su expresión era un poema.

-Eso, es literalmente lo más asqueroso que escuché en mi vida.

Merlín dejó salir una carcajada.

-¡Es algo normal, Arturo!

-Pero- ¡Es mi padre! No hablemos más de esto, es repugnante.

Merlín terminó de vestir al rubio y este se dirigió a su cama para dormir.

-Buenas noches, señor- saludó el hechicero antes de apagar las velas.

-Buenas noches, Merlin.- Murmuró el príncipe, justo antes de caer en un profundo sueño.

***

-¡Merlin!- llamó el príncipe, como siempre lo hacía, a su sirviente.
-¡Merlín!- dijo, esta vez un poco más fuerte.

Lo estuvo esperando un largo tiempo, casi toda una vida.
Pero no podría ser tanto realmente, ¿verdad?

Arturo salió de su habitación, harto de llamar a su siervo y de que este no se apareciera ni con un milagro. Miró a su alrededor y se dio cuenta que estaba en medio de la noche. No había ni un alma alrededor y todo parecía un poco más azul, por alguna razón. Un poco más frío.

-¡Merlin, ven! ¡Tienes que ayudarme con mi discurso, Merlin!-
Su llamado retumbó, en lo que parecía ser todo el castillo.

Sus pies estaban descalzos, así que el frío suelo le hizo tiritar con los dientes.

-¡Si estás en la taberna, juro que no te salvarás esta vez!

Caminó unos metros, bajando las escaleras donde se encontró con Gaius paseando solitariamente. Los pasos retumbaban mucho más de lo común, y sintió que cada movimiento haría un ruido estruendoso.

-¿Sabes dónde está Merlín?- le preguntó, fingiendo desinterés.

Gaius levantó la cabeza y lo miró un poco demasiado tiempo.

-¿No se enteró, señor?- le preguntó el médico, luciendo preocupado. Su voz le recordaba lejanamente a un rastrillo.

-¿Enterarme de qué?- dudó el príncipe cautelosamente.

-Merlín... ya no vive aquí. Él se mudó a otro reino...

El frío del suelo empezó a subir por sus venas, hasta mezclarse con su sangre, congelándola. Parecía que el piso daba vueltas.

-¿Merlín... se mudó? Cuando... ¿A que reino se mudó?

Gaius iba a decir algo, pero pareció cambiar de opinión, fijando su mirada en el suelo y negando levemente con la cabeza.

-Él no me dijo, señor.

-¡Si lo hizo! Dime a qué reino se mudó, Gaius.

El médico volvió a levantar la mirada, la cual curiosamente parecía mostrar lástima.

-No me dijo el nombre... pero mencionó a una señorita que habita allí.

Arturo frunció el ceño y dio un paso hacia atrás, como si perdiera el equilibrio.

-¿Cual es su nombre?

-Ella... Bueno, Merlín dijo que se llamaba Julieta.

Julieta.

Avec tout mon cœur -MerthurWhere stories live. Discover now