Paso mis dedos por su cabello castaño y me inclino un poco a besar su frente.

— Eres incluso mejor que yo — Confieso con sinceridad. Desde pequeños he tratado de que no pierdan la confianza en sí mismos, pero también he hecho que cada día quieran mejorar aún más así sea en sus entrenamientos.

— Lo terminaré hoy — Sonrió divertida — ¿Puedo?

— Disfruta tu día, voy a pedirle a Anastasia que te traiga la comida cuando sea la hora — Asiente — Estaré aquí para hacerte compañía ¿está bien?

— Sí mamá — Dice antes de continuar pintando.

Vuelvo al balcón antes de poder llamar a Anastasia para que traiga algo de beber y un poco de fruta, estoy segura de que le dará hambre a Denzell antes de que siquiera sea la hora de comer.

Anastasia llega después de unos cuantos minutos, deja la bandeja a un lado de donde está pintando Denzell. Agarro mi copa de vino y vuelvo a estar a un lado de mi hijo para quedarme ahí unos momentos para detallar su postura y delicadeza con el pincel y los trazos.

Suelto un suspiro en cuanto mi mente vuelve a pensar en lo que dijo Gian acerca de mi sobrina. Estoy segura de que ella está cerca, lo cual me preocupa porque conozco a Desmond y no habría movido a Briana de su antigua casa y ni siquiera permitido de que Gian tuviera algún tipo de rastro sobre su hija. Estos movimientos no me están gustando nada.

Alzó la mirada viendo los mechones castaños de Denzell caer por su frente, su ceño fruncido, ni siquiera pestañea con tal de no perder el toque. Mi hijo. Mis hijos. No voy a permitir que me los dañen, mucho menos que me los arrebaten, no pienso pasar por la perdida otra vez, ni tampoco a sentir aquello cuando me quitaron a Araziel.

Mi mirada recae en el dibujo que hice, mi hijo tan hermoso y pequeño, el único que es completamente la viva imagen de Balderik, claro que lo es, quedo confirmado cuando Nerón mostró una fotografía de Balderik y Hela cuando eran niños. Definitivamente Denzell es idéntico a su papá.

Mi yo de antes estaba devastada, rota y sin esperanzas, sin ganas de enamorarse, ni siquiera en esos momentos se me paso por la mente el casarme y tener hijos, no cuando sabía que yo sería un riesgo para ellos, ni siquiera sabía que había un remedio para mi, una segunda oportunidad que no desaproveche en absoluto, porque lo deseaba, lo quería tanto que me aferré a mis hijos con todo lo que tenía he incluso con lo que no. Araziel fue el primero que me hizo sentir entera, intensamente feliz porque lo tuve dentro de mi por nueve meses, probablemente no fue fácil el sentir dolor en todo el cuerpo, pero valió la pena cuando lo tuve por primera vez en mis brazos, haciéndome sentir dichosa por haber parido a un ser increíblemente hermoso, dulce y tierno.

Emily dijo que Araziel se parece a mi papá, ahora que mi hijo ha crecido un poco más, es entonces que le doy la razón a Emily, darme cuenta de eso me puso sensible, me permití llorar solo por un instante, ya que... nunca sé deja de extrañar a un ser amado. «Me hubiese encantado que conociera a mis hijos, a sus nietos» saber su opinión sobre ellos, saber cómo hubiese sido su relación de abuelo y nietos... siempre me causará duda, quizás en otra vida habría disfrutado de ellos y ellos habían disfrutado de él. Ahora la única que lo está disfrutando es mi adorada Stella...

Me limpio la lagrima con rapidez para evitar preocupar a Denzell, mi hijo a pesar de que no es tan demostrativo, siempre lo es cuando estamos solos, son momentos que solo nosotros dos podemos saber.

Tocan un par de veces haciéndome voltear para ver a Jezabel ya cambiada y bañada.

— Mamá.

— ¿Qué pasa? — Preguntó cuando ella entra y ve lo que está haciendo Denzell, alza ambas cejas con sorpresa mientras se agarra un asiento para ponerlo junto a mi y sentarse — ¿Paso algo con Flavio? — La traigo a la realidad cuando voltea a verme.

Únete a mi...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora