-Charles...- lo apunté.

-Yo no te interrumpí cuando dijiste tu parte.- advirtió con una sonrisa.- Sé que no puedes dormir si no escuchas esos sonidos raros en la noche...

-El ASMR no es raro.

Sonrió.

-Sé que usas el sarcasmo como mecanismo de defensa, y que dices amar la adrenalina pero realmente te aterra cuando estamos manejando en las carreras. Sé que te preocupas por nosotros cada que nos subimos a los autos que tú misma arreglas, lo sé por la forma que nos abrazas cada vez que terminamos el recorrido. Son abrazos de felicidad, pero también de alivio, abrazos de "al menos esta vez regresó con bien", porque temes que te dejemos también, porque sé que piensas en Jules...

Lo miré directamente a los ojos. ¿Ellos se dan cuenta de eso?

-Sé que te gusta armar los carros, diseñar las estrategias y ser operadora porque te gusta tener control de las cosas, sé que tomas fotos de todo porque te arrepientes de no tener tantas fotografías con tu mamá, y que finges que mi inglés es bueno cuando realmente es la peor pronunciación que has escuchado en tu vida.

Sonreí.

Lo de mi mamá lo he pensado toda mi vida, pero jamás lo había admitido en voz alta, ni siquiera para mí. ¿Cómo se había dado cuenta?

-Sé que te has obligado a seguir enojada conmigo más tiempo del que tú misma quisiste justamente porque tienes miedo de que lo nuestro puede llegar a ser algo real. Sé que lo de Max, si bien fue provocado por lo de su papá, te lastimó mucho más de lo que admites. Sé que ves a Carlos como el hermano mayor que siempre quisiste, y a Lando como alguien a quién proteger, así como sé que sigues enamorada de mí y nunca dejaste de estarlo.

Esa frase final me sacó del transe en el que su discurso me puso. Había estado hipnotizada escuchando sus palabras, todas ciertas, reales, acertadas sobre mí. Cosas que no pensé que recordaría, y cosas que jamás le dije, cosas que sabe porque me observa.

Sé que sé que sigues enamorada de mí.

Claro que lo estoy, siempre lo he estado y probablemente siempre lo esté.

Esa frase retumba en mi cabeza. Creo que después de lo que pasó me obsesioné tanto con la idea de vengarme de él, de detestarlo, que dejé mis verdaderos sentimientos a un lado, ignorándolos cada vez que amenazaban con salir. Pero siempre lo supe. Estaba consciente de ello cuando nos besamos en Australia, y cuando nos acostamos hace no mucho en Brasil.  Dios, estaba consciente de ellos al verlo servirse cereales para desayunar en los hoteles en los que nos hospedábamos por las carreras.

-Y no me refiero solo a cuando regresaste a Italia, me refiero a cuando éramos niños. Yo podía darme cuenta también. Podía darme cuenta porque era mutuo.

Finalmente se bajó del vehículo, y caminó hacia mí, hasta quedar a poca distancia. No me di cuenta del estrés y la ansiedad que me había causado verlo ahí arriba hasta que sus pies tocaron el piso.

-Mi amor, sé que piensas que amar a una persona y estar enamorada de ella son dos cosas distintas. No lo pensé demasiado la primera vez que me lo dijiste, pero no tengo problema con eso porque significas ambas para mí. Lleno las dos casillas al lado de tu nombre...

De pronto mi corazón se sintió mil veces más grande que mi pecho, rebosante de felicidad, porque la mayoría de las personas a las que les había contado eso se habían burlado de mí, diciendo que era la misma cosa. Pero él jamás lo hizo, me escuchó con atención y detenimiento cuando se lo conté por primera vez. Y ahora está aquí, frente a mí, diciendo que soy ambos para él.

FORMULA HEART || Charles LeclercWhere stories live. Discover now