— ¿Tienen algo que decirme? —dije alzando una ceja. Ambos se giraron otra vez hacia mí, ahora con una pequeña sonrisa en sus rostros.

— Estamos saliendo, hace un tiempo.

Yo también les sonreí. Ya era hora de que esos dos aceptaran que se gustaban entre sí.


George se me acercó con paso firme y una gran sonrisa en el rostro.

No le pude decir ni hola que ya me había agarrado de la cintura para levantarme en el aire y hacerme girar.

— Te extrañé —dijo sonriéndome, mientras me plantaba un beso en los labios. Me dejó de nuevo en el suelo y le hice una mueca.

— Nos vimos hace dos días Georgie —ambos reímos.

— Es mucho tiempo —se llevó una mano al pecho, haciendo una mímica como si le doliera el corazón.

— Lo bueno es que ahora seremos libres de vernos cuando nos plazca —George agarró mi mano y nos acercamos hacia Fred, quien ya había dejado de hablar con Harry Potter— ¿Por qué hay tanta gente este año?

— Creímos que Harry necesitaba recordar que tiene una familia que lo quiere —dijo Fred, al verme a su lado— claro que, en parte también hemos venido para verte a ti. Pero no le digas.

— Se pondrá celoso de ti —me dijo George en el oído. Yo le pegué un codazo en las costillas. Él nada más se quejó.


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Respiré con profundidad mientras caminaba junto a mi hermano por la soleada colina hasta llegar a la casa celeste que descansaba al lado de unos árboles de naranjas. No había visitado Ottery St. Catchpole desde hacía más de dos años, siendo la última vez aquella navidad que pasé en la madriguera cuando Remus era profesor en el colegio.

No había visitado otra vez aquella casa, ni la de Cedric, y mucho menos la mía. Así que todo parecía extraño a la vista pero tan familiar a la vez.


Artie me contaba cómo fueron sus últimos meses en Beauxbatons mientras nos acercábamos más. Me había explicado varias cosas por carta pero siempre se pierde información con la tinta y el papel, es mejor hablar cara a cara con la otra persona.

Me contó que yo fui un gran problema para su padre. No estuvo de acuerdo con que viniese a conocerme a mí ni a nuestros parientes y amigos. Mucho menos aceptó la idea de que quizás viviéramos juntos.

Pero Artie dijo que su padre nunca volvió a ser el mismo desde el día en que falleció su madre. Y lo entiendo, porque desde el momento en que falleció la mía, yo tampoco había vuelto a ser la misma.

Por eso es que me costaba tanto regresar a este lugar donde cada rincón y cada pequeña pelusa me recordaban a ella.

— Imagino que será difícil para ti —dijo él, mirándome con sus bellos ojos violetas. Asentí con la cabeza— pero estoy aquí de tu lado. Para atravesar estos momentos juntos. Mamá así lo hubiese querido, ¿Verdad?

Una Black de ojos violetas ➳ (George Weasley)Where stories live. Discover now