🎸Capítulo Cuarenta y Cinco

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—El ascensor se detendrá en cualquier momento... —logró formular.

Esbocé una sonrisa de lado.

—Significa que tendré que ser rápido.

—¿D-De qué hablas?

—Acabo de comprobar que no llevas sostén, pero me falta un lugar más por revisar —le respondí con burla.

Me hinqué para colocar su pierna izquierda sobre mi hombro y que esta cayera por mi espalda. La abertura que tenía me dio la facilidad que necesitaba y solo tuve que moverlo un poco para encontrarme con unas bragas diminutas que apenas y la cubrían. Negué con mi cabeza antes inclinarme y dejar un beso delicado sobre ellas. Me alejé un poco y la encontré bservándome con lujuria y las mejillas encendidas. La idea de que alguien nos fuese a atrapar lo volvía más divertido y aceleraba mi corazón.

—Mentirosa.

—¿Perdón? —dijo con picardía.

Enarqué una ceja al notar que no se arrepentía en lo absoluto.

—Hasta aquí puedo oler tu excitación —le aseguré.

Mis dedos se encargaron de hacer a un lado sus bragas y arrastrar mi lengua de atrás hacia adelante con extremada delicadeza. Después me dediqué a adorarla como se lo merecía y había deseado por noches enteras.

Sentí una de sus manos acariciar las hebras de mi cabello y tirar suavemente de ellas. No detuve mis movimientos hasta provocar que se retorciera y gimiera mi nombre, sonando como la canción más dulce que había escuchado en mi puta vida. Elevé mis ojos hacia arriba para ver cómo intentaba cubrirse la boca con el dorso de la otra mano, pero chupé y tiré con rapidez de su clitoris, enviándole el mensaje de que no quería que se callara.

La sujeté de su cintura con mi mano izquierda antes que comenzara a balancear sus caderas con torpeza hasta que logró alcanzar su orgasmo. Volví a acomodar su ropa interior y bajar con cuidado su pierna al suelo. Se aferró a mí para no caer y justo en ese instante el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron de par en par.

Sonreí de lado.

—Te dije que sería rápido —dije con burla.

Dress – Taylor Swift

DESTINY

Lo primero que noté al entrar fue que habían unos ventanales que permitían ver la ciudad como si fuese una fotografía gigante. Inhalé con profundidad, aún me sentía sensible y me latía con fuerza el corazón. No me sorprendió que las paredes y la mayoría de las cosas fuesen de color gris, algunas otras de negro y las ultima de blanco. Elegante y minimalista. No era de mi estilo, pero quedaba con él y si me lo había imaginado así.

—¿Quieres un poco de vino?

—Sí, por favor —respondí.

Mis ojos divisaron un movimiento rápido a la derecha, pero la luz que me proporcionaban los edificios no era suficiente. Tuve que buscar el interruptor para encender la luz del apartamento y regular la intensidad para que quedase tenue.

Solté un chillido cuando sentí algo suave frotarse contra mis tobillos. Bajé la mirada para encontrar a un gato de color gris atigrado pasearse entre mis piernas y envolver su cola en mi pierna antes de soltar un pequeño ronroneo.

Me quedé congelada en el acto, porque hace mucho había leído que cuando los gatos hacían eso significaba que te estaban marcando con la intención de comunicarle a otros gatos que perteneces a su grupo social o en cierta manera, que eres «suya».

No olvides mi voz Where stories live. Discover now