🎸Capítulo Cuarenta y Cinco

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Die For You – The Weeknd

MITCHEL

Me detuve frente al ascensor para apretar el botón que tenía forma de punta de flecha apuntando hacia arriba. La tomé de la cintura con una mano y guardé la otra en mi bolsillo. Sentía que debía mantenerla cerca para asegurarme de que fuese real. Tomé una bocanada de aire y el pecho se me agitó con un aleteo. En la terraza me di cuenta de que su aroma seguía siendo a lavanda.

Me incliné para susurrarle al oído.

—¿Lista para conocer mi apartamento?

—Ni siquiera me has invitado un café —bromeó.

El ruido de las puertas abriéndose hizo que ella fuese la primera en adentrarse y yo la seguí después. Una vez que había presionado el botón del último piso me ubiqué a su lado viendo hacia al frente. Guardé mis manos en los bolsillos de mi pantalones y fruncí el ceño involuntariamente.

Nunca dejaría de sorprenderme todo lo que tuviese que ver con respecto a Destiny. A pesar de haber pasado tantos años alejados las cosas se sentían igual con respecto a lo que sentíamos el uno por el otro. Me bastó con ver aquel brillo en sus ojos al entrar salón para saber que ambos habíamos estado anhelando con este reencuentro. Todos los miedos que tuve al pensar que la había perdido para siempre habían sido callados.

Mi corazón no era lo único que le pertenecía, también mi cuerpo y alma. Era suyo sin tener la necesidad de pedírmelo.

—¿La canción que tocaste allá abajo era sobre nosotros?

Giré mi cabeza para verla.

—Y no es la única.

—¿Hay más? —preguntó atónita.

Di un paso hacia al frente y ella retrocedió.

—Cuando las escribí imaginé que estabas conmigo.

—¿En serio?

—Y no fue la única forma en la que te imagine.

Saqué las manos de mis bolsillos con la intención de posicionarlas a la altura de su cabeza para encerrarla. Mis ojos se quedaron pendidos de los suyos lo que pareció una eternidad, en la que se dedicaron a arrástrame como si fuesen olas y obligarme a tragar grueso para deshacerme del nudo en mi garganta.

Las ganas de besarla tenían a mi piel ardiendo y, al parecer, no era el único. Miré cómo un rubor se extendía por sus mejillas y su pecho subía y bajaba tan rápido como el mío. La exhalación que soltó fue como una caricia para mis labios y cerré los ojos para disfrutarla. Entonces sus manos me agarraron de las solapas del saco antes de presionar sus labios contra los míos. Fue solo por una fracción de segundos, pero removió todo dentro de mí.

Nos separamos para vernos a los ojos, una de mis manos la tomó de la mejilla y volví a unir nuestros labios. No dude en profundizar el beso, robándome su oxígeno y presionando su cuerpo contra el metal frío del elevador, ocasionando que un siseó dejara su boca.

Aproveché para introducir mi lengua y acariciar la suya con movimientos tentativos, hasta que esta comenzó a girar contra la suya. Mi mano abandonando su mejilla para caer sobre su pecho izquierdo, sintiendo la tela suave del vestido y curvando mis dedos alrededor de su pezon, repitiendo la acción hasta que tuve que separarme para dejarla respirar.

Retiré la tela hacia un lado para exponer su pecho y llevar mi boca hacia el, chupandolo con fuerza y rodeándolo con mi lengua antes de tirar de el. El sonido de placer que dejó su boca me animó a repetir el mismo proceso con el otro.

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