🎸Capítulo Nueve

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I Think I Like When It Rains - WILLIS

DESTINY

Habían transcurrido aproximadamente cuarenta y ocho horas desde que mamá consiguió que el dueño de una tienda que se encontraba cerca de casa me diera trabajo. Esa era la razón por la que me encontraba acomodando comida enlatada en uno de los anaqueles. Si lo pensaba un poco, no estaba tan mal para ser mi primer trabajo y me dejaba usar mi walkman mientras no hubiese clientes.

El horario se acomodaba a lo que necesitaba, tres días a la semana y en un horario después de la escuela. Aunque una de las cosas que me preocupaba era cuánto tiempo me tomaría juntar el dinero para el carro. Lo menos que quería dar era molestias y tener que recurrir a mi padre para que me apoyase con una parte. Mi desventaja era ser estudiante y menor de edad.

No quería ser pesimista, pero me costaba tanto ver el lado bueno de las cosas y eso lo había confirmado en la última sesión con el señor Saltzman. Todo lo positivo que decía no lograba nada más que desesperarme, y ya había decidido que lo mejor era quedarme callada. Solo tendría que soportarlo un poco más y adiós a este maldito lugar.

Normalmente el sonido de mis audífonos era mayor del que tenía ahora, pero eso permitió que escuchara el tintineo de la campana alertando la llegada de un cliente. Deslice la diadema hacia atrás dejándola en mi cuello y pausando la música. Me quedé inmóvil al ver el grupo de chicos entrar y, cuando el instinto de esconderme aprecio, tuve que recodarme en dónde estaba. Espere a que se alejaran un poco para dirigirme al mostrador y observar a esa distancia cómo platicaban entre ellos. El corazón golpeaba contra mi pecho y las manos comenzaron a sudarme.

Apreté mis manos en puños hasta que sentí que las uñas lastimaban mis palmas. Di una mirada fugaz a las cámaras que se encontraban en la parte superior de la tienda y supliqué por dentro que eso bastara para detenerlos de intentar cualquier estupidez. Cuando regresé mi atención al frente me percaté de que Jeremy estaba observándome. Había un odio grabado en sus ojos y una expresión sombría. Mientras sus amigos estaban sumergidos agarrando todo lo que encontraran, él se acercaba al mostrador dando pasos pequeños y me sentía como una presa siendo acechada por un cazador.

Un sudor frío me cubrió la frente y el oxígeno parecía cada vez más escaso. Hasta que por un momento sentí un ligero mareo, y la idea de salir corriendo no parecía una mala opción. ¿Qué pensarían mis padres al enterarse de que me despidieron en mi primer día de trabajo por dejar la tienda sola? Jeremy estaba por decir algo, cuando alguien más entró a la tienda y mi corazón se detuvo por completo. ¿Por qué después de tanto tiempo esos ojos azules seguían teniendo el mismo efecto en mí? Garret ni siquiera había notado mi presencia, porque estaba más concentrado en acercase a su mejor amigo.

—¿Por qué están tardando? —cuestionó mientras se acercaba lentamente y buscaba a los demás con la mirada—. No pienso quedarme por más tiempo en el auto.

—Solo me detuve para saludar a una vieja amiga —dijo simplemente. Esbozó una sonrisa escalofriante sin despegar su vista de mi rostro—. ¿No es así, Dezzy?

Eso fue suficiente para que Garret se pusiera rígido de pies a cabeza, y deseaba decirle que no había sido el único. Aunque en el fondo sabía que ambos reaccionamos así por distintas razones, y la mía era porque estaba aterrada, pero ¿cuál era la suya? Lo más lógico podría ser que no esperaba verme allí. Deseaba meterme debajo de las sábanas de mi cama y no salir nunca más. Fui lo bastante rápida para apartar mis ojos de Garret cuando me percaté que tenía intenciones de girarse hacia mí. No podía mirar a ninguno de los dos a la cara. En ese instante hasta sentí que apreté demasiado el delantal color verde que traía puesto porque me estaba cortando la respiración.

No olvides mi voz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora