🎸Capítulo Treinta

18.7K 2.1K 1.8K
                                    


Wildest Dreams – Taylor Swift

MITCHEL  

A ese ritmo el corazón se me saldría del pecho.

—Jodida mierda... —murmuré—. Tienes que controlarte.

Me volví hacia la pick up, buscando ver mi reflejo en la ventana y asegurándome de que el maquillaje de calavera seguía intacto. Tendría que ser una persona con muy mala suerte para que no me fuese a durar toda la noche. Volqué los ojos cuando un grupo de niños disfrazados pasaron corriendo y gritando de emoción a mis espaldas. Me ajusté la capucha sobre mi cabeza, que era de gamuza negra y el interior de seda rojo. ¿Habrá sido una mala idea ponerme una camisa negra de vestir manga larga? Estaba tan nervioso que en cualquier momento empezaría a transpirar sin importar el clima frio.

Inspiré hondo, antes de regresar nuevamente la atención hacia su casa y dar unos pequeños saltos.

Esbocé una sonrisa con lentitud al verla salir por la puerta y bajar los escalones del porche. Me llevé una mano al pecho para sentir los latidos desenfrenados. Mis ojos vagaron por ella, no sabían en dónde aterrizar primero, pero no tuve que torturarme por mucho tiempo. Me detuve en el vestido que se aferraba a sus delicadas curvas, y observé cómo la luz de las calabazas que estaban en su patio delantero se reflejaban en sus piernas desnudas.

El aire se me quedó atascado en los pulmones y tuve que tragar grueso. Su pelo castaño a la altura de los codos que estaban cubiertos por los guantes de satén y le exigí a mis piernas mantenerse firmes, porque amenazaban con derrumbarse y caer de rodillas ante ella. Cuando elegí aquel disfraz tuve la certeza de que luciría increíble, pero sin duda alguna la realidad superaba mis jodidas fantasías. Un calor viajo por mi cuerpo, quedándose en una parte en específico y haciéndome soltar una maldición en voz baja.

Reprimí un suspiro en el momento en que se detuvo frente a mí.

—Deberías limpiarte la saliva —sugirió divertida.

Estaba en trance.

—¿Qué? 

—¡Ya deja de mirarme! —chilló.

—No puedo evitarlo... —Le tendí una mano para guiarla, y esperaba no hacerle las cosas incómodas ahora que sabía lo que sentía—. Eres preciosa.

Un rubor se extendió por sus mejillas.

—Gracias.

Esperé a que se pusiera el cinturón de seguridad para cerrar la puerta, y dar la vuelta para subirme. Una vez que el motor cobró vida, presioné el acelerador con lentitud y emprendimos camino. Me dirigía a la fiesta de disfraces que habría en Break Room 86, el karaoke al que fuimos hace unas semanas. Era un lugar tranquilo, algo que le había gustado y donde se sentiría cómoda. Ni loco la llevaría a una de las fiestas que yo solía frecuentar. Ese mundo lleno de personas a las que no les importas una mierda.

La música emergió de la radio. Nuestros ojos se encontraron y me dedicó una sonrisa tímida.

—¿Quién es tu cantante favorita? —El temblor en su voz me decía que buscaba una conversación que disminuyera la tensión. La cual no era incómoda, pero en definitiva esa salida no se sentía como alguna de las anteriores.

—Lana Del Rey —dije sin la necesidad de tener que pensármelo por mucho tiempo.

—Y si pudieses elegir una de sus canciones —murmuró curiosa—. ¿Cuál sería?

Nunca me habían preguntado eso, pero me agradó la idea de que ella fuese la primera en hacerlo.

—Get Free —contesté—. ¿Y tú?

No olvides mi voz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora