🎸Capítulo Treinta y Dos

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Midnight River
–Pink Sweat$, 6LACK

MITCHEL

Salí de su interior una vez que le aclaré que no estaba bromeando y que la noche apenas comenzaba. Me levanté de la cama con la intención de ir al baño para envolver el condon en un pañuelo desechable y tirarlo en el cesto de basura. Al ver mi reflejo en el espejo me percaté de que apenas quedaba un poco del maquillaje que me hice antes de salir hace unas horas.

Me incliné hacia al frente, extendiendo una mano y saqué un paquete de toallas húmedas del gabinete que se encontraba en la parte de abajo del lavamanos. Extrajé una por una conforme las iban utilizando, hasta que termine y las junté en un puño para deshacerme de ellas. Tomé dos más para deslizarlas por mi falo, quitando aquellos rastros que el condon pudieron haber dejado. Me lavé las manos antes de agarrar el paquete de toallas y regresar a la habitación.

La encontré con la espalda recargada en la pared y las piernas pegadas al pecho. Su barbilla descansando entre las rodillas y y el cabello descendiéndole como una cascada sobre la espalda y parte de los brazos. No podía dejar de pensar en que se trataba de otro de mis sueños vividos con ella. Tras dejar el paquete sobre la cama levanté mi bóxer del suelo y deslicé cada una de mis extremidades inferiores por las aberturas.

Me senté a la orilla de la cama.

—Abre las piernas —le pedí con voz autoritaria, pero sin sonar lo suficientemente duro—. Por favor.

Cuando me senté en la orilla de la cama noté un ligero rubor cubrir sus mejillas y abrir los ojos con exageración.

—¿Para qué? —indagó alarmada.

Volqué los ojos.

—Te voy a limpiar.

—¿Por qué me tratas así? —susurró con una confusión grabada en sus ojos, y la forma en la que lo dijo fue como si no pudiese creer que alguien estuviese haciendo eso por ella. Me importaba poco lo que había pasado con su exnovio antes de conocerla. Sin embargo, algo me decía que no la había tratado como realmente merecía—. No lo entiendo.

—Mereces que te traten como si fueses la persona más valiosa que hayan conocido en su vida —le respondí sin despegar mis ojos de los suyos—. Nunca te conformes con menos.

Deslicé una toalla húmeda en el interior de sus muslos y por el exterior de sus labios con suavidad. Un suspiro dejó su boca acompañado de un temblor de piernas. Era capaz de sentir el peso de su mirada sobre cada uno de mis movimientos y, si tan solo pudiese escuchar lo rápido que latía mi corazón, porque a pesar de que hace algunos minutos mi miembro había estado en el lugar de mi mano, yo también estaba nervioso.

Una vez que terminé fui en busca de mi camisa negra y pasé cada manga por uno de sus brazos. No es que me molestara que anduviese desnuda por la habitación, pero quería que se sintiese cómoda. Elegí los tres botones de en medio para no abotonarsela por completo. Le rodeé su espalda con uno de mis brazos y con el otro sus piernas para cargarla. Destiny envolvió los suyos alrededor de mi cuello, aferrándose para no caer.

—Vamos, te llevaré al baño —le informé.

No dejaba de verme y yo solo pude esbozar una media sonrisa. Me sentía el chico más afortunado al tenerla entre mis brazos y con aquel brillo en sus ojos. Tan preciosa que el corazón siempre quería salirse de mi pecho cuando estaba con ella. La deposité en el suelo cuando llegamos al marco de la puerta del baño y guardé un mechón de cabello atrás de su oreja antes de hablarle.

—No te duches aún, quiero mostrarte algo.

—Solo haré del baño —dijo en voz baja.

—Te esperaré.

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