🎸Capítulo Veintidós

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Between the bars - Elliott Smith

MITCHEL

Mi pierna derecha se balanceaba mientras estaba recostado en la orilla del techo. Dejé ir el humo que tenía retenido con lentitud, y nuevamente llevé el cigarrillo a mis labios. Le di una profunda calada, durante ese tiempo, me quedé contemplando la forma en que se agrupaban las nubes y el tono grisáceo a mí alrededor que se intensificaba cada vez más. No tardaba en empezar a llover, pero eso no me preocupaba, y es que la verdad no tenía alguna intención de volver adentro.

Las llamadas de Susan nunca faltaban y, al no responder a ninguna de ellas, recurría a llenar mi bandeja de mensajes. Al principio me fastidiaba que fuese tan intensa con el tema de la comunicación. Sin embargo, empecé a matar el tiempo leyendo lo que decían e imaginaba los gestos que podría estar haciendo al escribirlos. ¿Por qué era tan fácil hacerla enojar sin esforzarme tanto? Joder, eso debía ser un don natural. A veces solía preguntarme cuándo se daría por vencida y entendería que no pensaba responder a ninguno de ellos.

Era la única en quien confiaba, antes de Destiny, así que no olvidaría tan fácil cuáles fueron sus verdaderas intenciones de enviarme allí. Escuchar aquella conversación me abrió los ojos y, si no lo hubiese hecho, seguirían mintiéndome por más tiempo. Sabía que no podía seguir fingiendo que no había escuchado nada, en algún momento la bomba explotaría y sería mucho peor. El problema era que no tenía ánimos para discutir con todos ellos.

Un trueno a lo lejos provocó que mi atención viajara perezosamente hacia su casa. Intenté convencerme de que era normal aprenderme sus horarios de trabajo. Así que sí empezaba a llover, tendría que ir por ella, aunque en el fondo supiese que siempre cargaba una sombrilla. ¿En serio estaba tratando de engañarme? Solo buscaba una excusa infantil para verla y pasar tiempo juntos.

Todo ese tiempo pensé que la había encontrado, sin embargo, ella me encontró a mí. Era esa compañía que no sabía que necesitaba y, cada que la miraba a los ojos, no podía hacer nada más que confirmarlo. Aunque en ocasiones tenía miedo de que el desastre que era la afectará de alguna forma. Destiny no sabía muchas cosas de mí, al menos, no las que influirían en su decisión de seguir pasando tiempo conmigo. Sin embargo, me importaba lo suficiente para querer darle la mejor versión de mí.

Me enderecé para aplastar el cigarrillo contra una de las tejas y percibí un movimiento a lo lejos. El cuerpo entero se me tensó al reconocer de quien se trataba. ¿No se suponía que tenía que seguir trabajando a esta hora? Observe cómo se apresuraba a abrir la puerta y desaparecer por ella unos segundos después. Me quedé inmóvil esperando a que subiese a su habitación y encendiera la lámpara como todos los días, pero eso no sucedió.

Sus cortinas oscuras me impedían ver lo que estaba pasando del otro lado y eso comenzaba a inquietarme. ¿Qué se supone que debía hacer en esos casos? No podía simplemente entrar por la ventana y exigirle que me contase cuál era el problema. Aunque en el fondo me estuviese muriendo por querer saberlo y el deseo de ayudarla en el caso de que su respuesta fuese que positiva.

No me quedo de otra que esperar, tal vez aún no subía a su habitación, pero esa espera se convirtió en horas. Llegó un momento en el que se me empezaron a congelar los dedos de las manos y salía vaho de mi boca. Fue en ese instante en que comprendí que estaba en su habitación, pero no era momento para invadir su espacio con mis tonterías. Solo esperaba que se encontrase bien.

Esa noche no pude dormir, ni las que le siguieron.

Debí saber que algo fuerte tuvo que suceder para que ella cambiara de actitud tan drásticamente. Intenté ser paciente, respetar su espacio y comprender que eran batallas que debía luchar sola. En cambio, eso no disminuía mi preocupación y el hecho de que se alejase de mí. ¿Acaso había hecho algo mal? ¿Fue mi comentario en la biblioteca que la alejó? ¿La ofendí sin darme cuenta? Los nervios de haberme equivocado me estaban carcomiendo vivo.

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