🎸 Capítulo Cuarenta

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Howling – mehro

MITCHEL

Me sentía fuera de mi cuerpo.

Era como si alguien más estuviese viviéndolo y yo solo fuese un espectador.

Una de las primeras cosas que me pidieron hacer al llegar a la clínica fue entregarles cada una de mis pertenecias. En una caja de plástico dejé mi celular, la joyería de plata y la ropa que llevaba puesta, incluyendo mis botas. Me puse la vestimenta que ellos se encargaron de entregarme y unos tenis sin cordones.

No tenía que ser muy inteligente para saber que la razón de eso era para no tener con que intentar suicidarme. Ese pensamiento ocasionó que se me estremeciera la piel. Cada uno de mis movimientos eran pausados y en el fondo estaba realmente asustado, más de lo que me gustaría admitir. Inhalé con fuerza antes de abrir la puerta del baño al que había entrado para cambiarme.

Una chica me estaba esperando recargada en la pared de afuera.

—Estoy listo.

—Vamos —respondió.

Mi agarré hacia la caja se fue haciendo cada vez más fuerte conforme mis pies avanzaban por el pasillo de color beige. El lugar no estaba mal, de hecho, se parecía a esos clubs donde la gente solía reunirse para realizar distintas actividades físicas, pero en definitiva ese no era uno.

Nos dirigimos hacia recepción en donde se encontraba Susan esperando para despedirse. Mentiría si dijese que no deseaba salir corriendo de ese lugar. Sin mencionar que desde que me subí al avión no podía dejar de sentir ese nudo desesperante en mi garganta.

Me rompió el corazón haberle dicho aquellas palabras a Destiny, pero necesitaba que supiese que debía continuar con su vida. Llevaba muchos meses privándose de relacionarse con las personas. No podía dejar que siguiese en ese estado y que fuese por mi culpa. Ella merecía vivir con plenitud y sin privarse de cosas que podrían darle felicidad.

Al llegar nos detuvimos y le entregué la caja a la chica.

Me volví hacia donde estaba la melena roja de Susy envuelta en una coleta alta y que se balanceaba de un lado a otro mientras se acercaba. Lo primero que hizo al verme hace dos horas al salir del embarque fue abrazarme y echarse a llorar, ganándose unas cuantas miradas. Iba acompañada de dos guardaespaldas que nos llevaron al parking en donde estaba la camioneta en la que nos iríamos.

En la mañana le había explicado que no deseaba regresar a mi apartamento y que me llevara directo a la clínica. Durante el trayecto el ambiente entre ambos estuvo menos tenso de lo que esperaba, y es que la verdad no podía seguir enojado por más tiempo con ella. No después de hiciera que la prensa se interesara más en mi desintoxicación que en Destiny, por eso no me sorprendió que un desfile de cámaras nos esperase al salir del aeropuerto.

Regresé al presente y la miré sonreír.

—¿Listo, mi súper estrella favorita? —preguntó.

Volqué los ojos.

—Aunque sea finge un poco y échate agua en las mejillas para que piense que me extrañaras.

—Sabes que lo haré —me aseguró—. La diferencia es que ahora podré visitarte.

Guardé mis manos en los bolsillos de los pantalones cortos de algodón color gris.

No olvides mi voz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora