🎸Capítulo Veintiocho

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Take on the world – You Me at Six

MITCHEL

—¡Suficiente! —exclamé, y antes de poner un pie en la habitación sabía que me estaba arriesgando a que me echara de su casa a patadas.

A pesar de eso, no fui capaz de detenerme.

Mis ojos la encontraron tumbada boca abajo sobre la alfombra y con bolas de papel a su alrededor. Estaba tan sumergida en sus asuntos y con los auriculares puestos, que ni siquiera se percató de mi presencia. Intentaba dibujar algo en una libreta, pero alcancé a ver cómo su mano temblaba y desesperada arrancaba la hoja, convirtiéndola en una bola y lanzándola con las demás. Por la cantidad que había supuse que llevaba tiempo haciéndolo.

Se sujeto la cabeza en un acto de desesperación y cerró los ojos con fuerza. Me sentí mal por estar invadiendo su privacidad y ser espectador de un momento tan vulnerable como aquel. Hubo un instante en el que mis pies vacilaron con la intención de regresar por el camino en el que habían venido. Sin embargo, no me dio tiempo de pensarlo mucho, porque abrió los ojos lentamente hasta posarlos en mí.

Noté el lapso en que su rostro quedó lívido por la sorpresa y se enderezó con rapidez. Ladeó su cabeza, deshaciéndose de los auriculares y presionando uno de los botones superiores del walkman. ¿Por qué me sentía como un niño atrapado con las manos en la masa? Tragué grueso al ver cómo sus gestos se distorsionaban en confusión. ¿Ese era el momento en que debía arrodillarme y suplicar que me perdonara por entrar sin permiso? Nunca me había arrodillado por nadie, pero por ella lo haría sin dudar.

—¿Mitch? —emitió.

¿El que dijese mi nombre de aquella forma era una buena señal? Ojalá que sí.

—Sé que no debí entrar... —murmuré conforme iba acercándome y con las manos en señal de paz—. Pero, ¿sabes lo desesperante que es el hecho de que no tengas celular? Sería mucho más fácil poder comunicarnos y preguntar si te encuentras bien. De esa forma no habría necesidad de llegar a esto y parecer un maldito intenso.

—¿Y no pudiste esperar a verme en la escuela? —cuestionó.

—Ah, ¿te refieres a ese lugar en el que no haces más que evitarme? —le pregunté antes de tomar una bocanada de aire para controlarme—. No sé si es porque te avergüenzo o porque no quieres que tú exnovio nos vea juntos.

No sabía cuál de las dos opciones sonaba peor.

—¿De qué estás hablando?

—No te lo había contando, pero unos días antes de llevarte a la enfermería los miré juntos.

—No recuerdo... —susurró antes de que su rostro reflejara genuina confusión—. De todos modos, nada está pasando entre Garret y yo.

—¿Crees que estoy aquí por eso? —solté una risa amarga—. Ese chico es el menor de mis preocupaciones ahora mismo.

Me di cuenta de que jugaba nerviosa con sus manos.

—¿Estás molesto conmigo? —Se suponía que sí, pero no admitiría en voz alta que el simple hecho de verla disipaba todo enojo en mí.

—Tienes que dejar de hacerme esto —dije simplemente.

Se abrazó así misma.

—¿Qué cosa?

—No es la primera vez que después de pasar un día increíble conmigo, desaparezcas por días, incluso semanas. ¿Necesitas tiempo para estar sola? Te lo daré, pero ¿acaso no merezco que me lo digas para no sentir que he cometido un error? Me torturas alejándote sin darme una explicación.

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