XXV. Bivium

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El golpe resonó con violencia, alargándose en un eco ensordecedor a través de las habitaciones de la residencia Doskvchenko

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El golpe resonó con violencia, alargándose en un eco ensordecedor a través de las habitaciones de la residencia Doskvchenko. Un grito de rabia, lleno de odio y dolor hizo temblar a los trabajadores que observaron estupefactos la escena, y detrás de aquel demonio destrozado y presa de la más pura ira infernal, quedaba el rastro de ella. En los pedazos de los jarrones que tiró, los cristales que se hicieron añicos por su empuje, y las lágrimas de los empleados asustados que fueron echados tan pronto intentaron intervenir.

Nikolai estaba destrozado.

Avanzó por su hogar dando tumbos, sosteniéndose una mano sobre el pecho que quemaba al rojo vivo de solo recordar imágenes y sonidos; intentando que su sangre no se le escapase a borbotones por toda la ira contenida que le resultaba imposible controlar.

Nada de lo que había visto podía ser cierto, y aun así estaba grabado a fuego en su retina y su memoria. Incapaz de borrar no solo una escena que le destruyó el alma a celos, sino también esa tan obvia de él que amaba a su ángel. La que jamás dejó de amarlo. La que seguía amándolo...porque quizás las cosas fueran distintas si en lugar de verle ahí contra su voluntad, estuviese porque le odiaba, porque le había olvidado, pero lo que vio era totalmente distinto. Lo que vio era un infierno al que su ángel no pertenecía.

Y pese a todo el dolor que le comía desde adentro lentamente, Nikolai tenía algo muy claro de todo ello: Wentworth tenía un pésimo gusto para las amenazas.

Job 11:7.

Solo en el salón principal de su casa, Nikolai miró por doquier en busca de una biblioteca. Tiró los libros que no fueran el que buscaba, lanzó al suelo todos aquellos que sacó y no tenían el título en el lomo y harto de no conseguirlo, arrastró un sofá para subirse y buscar en las estanterías de más arriba. Encontró una biblia llena de polvo.

Buscó el versículo con desespero, rompiendo las páginas de tan fuerte que las pasaba.

Job 11:7

Se le atoró el aire en la garganta.

"¿Descubrirás tú las profundidades de Dios? ¿Descubrirás los límites del Todopoderoso?"

Lo leyó repetidas veces, el tiempo se hizo indescifrable para él mientras un eco con esas palabras se repitieron una y otra vez sin descanso en su cabeza. Apretó los dientes. Tensó el cuerpo.

Estaba a punto de tirar todo a la basura solo para salvar a su ángel...

—¡Nikolai!

Esperando la presencia de Katya en cualquier momento, no se sobresaltó cuando la escuchó llegar con aquel tono de preocupación. Sus tacones resonaron como su paso característico, y el hombre no fue capaz de encararla.

—¿¡Qué diablos pasó aquí!? —gritó ella en su idioma natal. — ¿¡Acaso estás loco!? Me llamaron los de seguridad, dijeron que estás-

—Tiene a Ithuriel.

Como viven los ángelesWhere stories live. Discover now