Un día cualquiera

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-¿Caballos? - dijo el vikingo incrédulo.


-No, y qué van a ser... ¿conejos? - balbuceó Mérida. Hiccup puso mala cara.


Elsa y Rapuzel reían a un costado, ocultando sus sonrisas de conspiración. Algo había allí entre esos dos, era muy extraño de explicar, pero ambas lo sospechaban.


-Son... hermosos. - dijo Rapunzel.


Las tres chicas se acercaron a los caballos, encantadas, aunque algunos se alejaban. Los chicos no se sentían tan interesados, excepto James.


Elsa intentaba acariciar uno muy lindo y de pelaje gris, pero este se asustaba y trotaba lejos. De repente, oyó la voz de James a su lado.


-No creo que sea muy fácil hacerse amigos de ellos, mi lady. Por más encantadora que seas, estas criaturas son salvajes, tal vez no peligrosas. No están acostumbrados a los humanos, y desconfían de nosotros.


Elsa se sonrojó.


-Oh...- dijo Mérida meditándolo. Luego tuvo una excitante idea. - ¡Hagamos una apuesta! Quién dome y logre montar último a un caballo... - miró alrededor - ¡lo tiramos al barro!


No dudaron en aceptar la interesante propuesta.


-¿Y qué gana el que lo logre primero? - preguntó Elsa, ¿hacía cuanto no había disfrutado de un juego?


-¿Ración doble? - dijo Mer, sin estar segura realmente.


-¡ACEPTO!- dijeron todos, y se pusieron manos a la obra. La ración doble no era un chiste.


Rapunzel se dirigió a uno con crines y pelaje blanco, pero este no cedía a la armoniosa voz de la joven y se alejaba a medida que ella intentaba acercarse. Mérida tenía un problema parecido con un esmaltado, y de Hiccup ni hablar.


-Los dragones son una cosa, los caballos otra... - dijo. Temía que perdería y terminaría como una torta de barro.


-Ven, chiquito, no voy a hacerte daño. - cantaba Rapunzel que se tropezaba con su largo cabello de vez en cuando.


-Ríndete Hicco, esto no es trabajo para un vikingo. - le desafió la escocesa.


-Es Hiccup, y ya verás cómo montaré esta cosa. Amaré verte cubierta en barro. - respondía a la vez que el caballo huía casi burlándose de él.


-No se preocupen tanto chicos, es obvio que lo ganaré yo. - dijo Jack a modo de broma. Aunque sabía que sería el primero ya que durante su vida, antes de unirse a los Guardianes, los únicos que podían verlo eran los animales, y había conseguido forjar grandes vínculos con ellos. Esto sería pan comido.


-No te lo creas tanto. - decía un James sonriente mientras perseguía un corcel oscuro con manchas blancas. Él era un granjero, prácticamente había nacido sabiendo cómo domar caballos.

The cold of your heart | Jelsa Fanfic [Spanish] *En edición*Where stories live. Discover now