—¡Puja niña! Está por salir ¡Puja! Le hablaba en voz baja,la misma Julianna ahogaba sus quejidos. De pronto salió el niño y dió su primer quejido de vida,no fue un grito sano a todo pulmón,fue un quejido leve como un animalito.

Leatitia lo cargó con cuidado y limpió los rastros de sangre de su rostro. Tenía el cabello completamente rubio,no se parecía a la gitana en nada.

—Mira a tu hijo,es tan pequeñito y bello. Julianna se tragó las lágrimas y el dolor que se instaló en su pecho.

—¡Por favor, cuídalo mucho por mí,es el hijo que las estrellas te han dado! No permitas que nadie lo encuentre,jamás permitas que el Rey sepa que tuvo un hijo varón.

Leatitia la observó horrorizada.

—¿De qué estás hablando,niña? Yo no puedo quedarme con el hijo del Rey,sería una locura,sería mi muerte.
La gitana la vió con súplica.

—Este niño no puede crecer aquí,anda por favor, llévalo lejos.

—Pero no puedo dejarte aquí,estás muy delicada.
Lo que ese día hizo la mujer por ella jamás lo olvidaría. La única forma de que su hijo saliera de ese lugar era si se separaban,pero también supo que no lo vería en muchos años.

—Anda vete,por mi no te preocupes,que mi gente vendrá por mí,es mi hijo el que me preocupa,ahora tuyo.

La mujer se llevó la mano de la gitana a los labios y le dejó un beso apretado.

— Jamás nadie sabrá que este niño es el futuro Rey,nadie jamás dará con él, estaré esperando el día que tú vengas por él. Julianna sonrió con tristeza mientras la vio envolver a la criatura en las mantas y alejarse de ese lugar.

—¡Hasta luego leatitia,jamás te volveré a ver a ti,pero a mi hijo estoy segura que si!.
La mujer estaba demasiado lejos para escucharla.
Lo que la mujer no supo de la predicción era que sí sería madre,pero no por demasiados años.

(...)

Cuando el Rey supo que la gitana había huido enfureció. Envío a su guardia a buscarla por cada rincón de París.

—¡Que no quede un solo lugar donde pueda esconderse! Fue la orden que habían recibido.

Adasius,Horas y Melchor,junto con grupo pequeño de gitanos habían irrumpido en los calabozos,siempre habían sido habilidosos para escabullirse en sitios donde no podían llegar otros. Horas había sido el primero en encontrarla,ella ya estaba vestido con ropa limpia y los esperaba en un rincón como si supiera que llegarían ese día. Él la había abrazado y había buscado el pequeño vientre,pero ella negó con el rostro y desde entonces jamás había podido hablar del tema.

Pero aquella noche había sido la más negra en la vida de Los gitanos. Las tropas del Rey habían llegado a las caravanas y sin ningún aviso habían prendido fuego sobre ellas,ni siquiera les importó que había gente inocente en ellas. Niños, mujeres y ancianos habían muerto aquella noche. Todos en absoluto habían perdido a algún ser querido esa noche,muy pocos habían logrado escapar de las lenguas de fuego que envolvieron ese día a los suyos.

Y nadie había podido hacer nada,aquella noche Los gitanos se había vuelto los enemigos del rey,y él se había vuelto el principal objetivo de Los gitanos.

No había sitio donde pudieran esconderse,entre callejones y calles abandonas estaba la guardia del Rey acechando. A dónde quiera que iban la guardia daba con ellos y daba muerte a algunos. Era muchos más que ellos,no había escapatoria,iban a morir en manos del Rey.

Cuando una mujer,una hermosa mujer de cabello oscuro y ojos color del cielo se acercó una noche a Adasius,ella llevaba una capa que cubría su rostro, él ya no había soportado perder a los suyos y había ido a rogarle a un dios que parecía no escuchar que lo ayudara. Ella iba saliendo de la catedral con una sirviera y pequeño niño con su viva imagen.

—Eres un gitano,¿Cierto?. Adasius se había escondido tras un pilar para no ser visto,pero ella lo había encontrado. Y apesar de que trató de negarlo,ella lo miró con dulzura y le extendió una mano.—No tengas miedo,no voy a denunciarte. Ella giró el rostro hacia todos lados buscando si alguien podía verlos.

—¡Por favor no lo haga! Me iré muy lejos, por favor no lo haga. Era la única vez que el gitano había suplicado por su vida,pero ese día él había conocido la bondad hecha mujer.

Ella lo tomó de la mano se llevó un dedo a los labios pidiendo guardar silencio. Nuevamente buscó con la mirada,nadie los estaba observando.

Lo sacó de la catedral con sumo cuidado. Con la mayor cautela posible. Y le mostró la estatua de un ángel extendiendo una espada,bajo el angel había un demonio en una jaula. Él contempló ambas figuras. Le provocaban miedo, siempre lo habían hecho como con la mayor parte del Pueblo,pero esa siempre había Sido la intención de ello.

—Mi padre construyó este lugar. Dijo en un susurro. Ella empujó una puerta escondida en esa celda que resguardaba al demonio y le hizo una seña al hombre para que la siguiera. Él se había quedado completamente sorprendido al ver que la figura era una trampa. Se agachó para llegar hasta ella y de la entrada tomó un antorcha aún encendida.

—Siempre tendrá alguien que encargarse del resguardo de esta puerta,nadie ha pisado este lugar en 8 años. Ella volvió el rostro para ver a su pequeño hijo,ese sitio era el lugar dónde ella veía al padre del niño y sonrió con nostalgia.

—Yo mismo cuidare ésta puerta mi señora,yo seré el guardián de ésta entrada. Isadora le tomó nuevamente de la mano,pero esta vez para despedirse.

—Tu gente y tú pueden quedarse aquí,jamás nadie podría descubrir que están aquí,este sitio fue diseñado de esta forma. Mi padre siempre confío en que su secreto estaría bien protegido,ahora sé que así será.

El Color del Dolor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora