CAPÍTULO 10

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La locura de Madre Bruja es algo que siempre nos afectó. Como si de gusanos hambrientos se tratara, se mete en nuestras cabezas y nos hace perder la razón. Casi se diría que nos esclaviza, que nos aleja tanto de la cordura que no somos capaces de pensar por nosotras mismas.

Hasta el día en que Samantha nació. Todas lo notamos. Incluso Madelane, a quien nunca le hizo demasiada gracia a pesar de que parecía sentirse más cuerda que nunca cuando la sostenía en sus manos. Esa niña... Esa niña podría haber sido la cura de la demencia de Madelane, si ella lo hubiera permitido. Pero lejos de aceptar ese cambio, la mantuvo siempre a distancia. A distancia de todas, por temor a que recobrásemos la cordura perdida y le diésemos la espalda a ella y sus designios.

Y así, con aquella joven que creció mas cuerda que ninguna, nació nuestra rebelión. Nació la leyenda. La de la bruja que nos encaminaría a la liberación. La de la hechicera cuyo nombre llegaría a los confines de todo Erindorn. Hasta incluso a oídos de las mismísimas valkirias de bosque Anciano

Crónicas de la Hechicera

Tomo I

***

Tres golpes sonaron en la puerta, uno muy diferente de los otros dos, y Tobier supo al instante lo que aquello significaba.

—Adelante.

La puerta chirrió al ser abierta y un niño entró a la carrera. Una boina de tela, bufanda y zapatos desgastados. Se detuvo en el centro de la tienda cuyo cartel en la puerta rezaba "El cajón de los desastres" y el viejo tendero lo miró desde detrás de su mesa.

—¿Qué tienes para mí, chico?

El pequeño se acercó con la cautela que solo las calles enseñan a tener, y tras coger las piezas de carne y pan que le ofreció el viejo, susurró los secretos que traía con él.

No eran muchos. A decir verdad era solo uno. Pero más que suficiente, pues era el primer indicio de lo que el viejo Tobier andaba buscando.

Abrió mucho los ojos.

—¿Estás seguro de lo que dices?

El niño asintió, sin bajar aquella mirada de ratón.

—Está bien. Puedes marcharte. Y ten cuidado en las calles.

El niño, sin apenas gesticular, asintió y se perdió por donde vino.

Tobier se pasó la mano por la cara, haciendo crepitar la escasa barba.

«¿Es posible? Si esos mercaderes no le han engañado, puede que haya dado con lo que buscaba... Una pista certera al fin... Debo dar con Samantha cuanto antes. Algo así llama la atención, y si Madelane da con esa maldita reliquia antes que ella, estaremos perdidos. Hay que dar cuanto antes con ese anillo. Samantha... ¿por dónde estarán tus pasos ahora?». 

***

La afilada punta de la flecha no le quitaba ojo al hombretón, que de pie y sin fuerzas, permanecía frente a la hechicera viendo cómo de aquella espesura no cesaban de surgir seres de todas las formas y especies sobrenaturales.

Una pequeña hada voló rauda hasta plantarse frente a su nariz, a la que Jhon miró como si acabara de despertar de un largo sueño.

—¿Por qué saludas como los centauros, humano? —preguntó el pequeño ser mágico—. Eso ha hecho enfadar a Cerión y sus chicos.

SAMANTHA y la reliquia prohibidaOn viuen les histories. Descobreix ara