PRÓLOGO

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En los tiempos más oscuros de la humanidad, los dioses Lucero, Fudo, Okuro y Akiyama dedicaron un tiempo a crear todo tipo de seres a partir de los que ya habitaban este, nuestro mundo. Seres tales como centauros, grifos, arpías, vampiros... Hasta que cierto día, tres de ellos se negaron a seguir con aquellas oscuras prácticas, pues fueron conscientes de la atrocidad que estaban cometiendo.

Pero Fudo, el dios del fuego, se negó a abandonar y se extralimitó en su afán de creación, desesperado por invocar a un ser capaz de dominar la magia que tan solo estaba destinada a los suyos, con intención de encontrar en él ese apoyo arcano que sus propios hermanos le habían negado de por vida al abandonarlo.

De ahí nació la Primera de las hechiceras. Madre Bruja. Madelane.

Un triunfo, y a su vez, su perdición. Pues los designios ególatras del dios no lograron más que descarriar la inocente mentalidad de aquella criatura, llevándola al borde de la demencia, arrastrándola a la pura necesidad de venganza contra su propio creador y sus hermanos de deidad.

Fue entonces cuando todo se torció.

Tras la Primera bruja se invocaron otras, y con ellas, más exigencias y vejaciones por parte del dios. Y cuando la frágil mente de Madelane no pudo aguantar más, se reveló liderando a las suyas y acabando con la vida de Fudo, emprendiendo después un viaje en busca del resto de los dioses. Pues si ellos eran como él, para ella todos merecían la muerte.

Y como la historia ha insistido una y otra vez en recordarnos, los errores no solo no se olvidan, sino que vuelven a cometerse una y otra vez hasta la saciedad.

Y las brujas no iban a ser menos.

Al comprobar que eran incapaces de dar caza al segundo de los dioses, Lucero, el dios de Luz, Madelane tomó la decisión de invocar mediante la magia a un ser que sí fuese capaz de hacerlo. Baalseboth; El portador del Caos. Y este, no solo fue capaz de acabar con aquel dios, sino que comenzó a procrear sin control, y sus hordas de vástagos, a los que llamó diablos y daemonios, fueron aumentando día tras día como una plaga enfermiza. Hasta que, finalmente, incluso las mismísimas brujas sucumbieron bajo su poder irrefrenable convirtiéndose en sus esclavas.

Madelane, a pesar de todo, apoyaba al asesino de dioses, pues, para ella, era como su propio hijo. Su creación más grande.

Aun así, puesto que el Equilibrio siempre está presente allá donde hay existencia, de entre las brujas surgió una que plantó oposición a Madelane, a las hechiceras que aún la seguían, y al mismo Baalseboth y sus diablos. Una hechicera que se recordaría a través de los tiempos como una leyenda. La bruja que llevaría de la mano a tantas hermanas como pudiese para tratar de concederles un destino mejor. Una vida digna. Una meiga que, a pesar del sufrimiento y las pérdidas, nunca se rendiría ante la adversidad.

Esta historia que se narra en estos escritos no es una historia feliz, de caras sonrientes y finales donde todo el mundo gana. En estas memorias, que tratan de dignificar el recuerdo de semejante heroína. Se cuenta cuanto sucedió cuando la misma codicia asaltó a Madre Bruja, arrastrándola a tratar de dominar cierta Reliquia Prohibida, pues, gracias a esta, dominaría a los seres más antiguos de los tiempos. A los más poderosos. Una reliquia que, Samantha, la legendaria hechicera, trataría por todos los medios de impedir que cayera en las desquiciadas manos de la Primera bruja, pues si semejante cosa pasase, el mundo estaría sentenciado para siempre a un abismo sin luz por toda la eternidad.

                                                                                    Crónicas de la Hechicera

                                                                                    Tomo II

                                                                   ***

¡Muy buenas, gente! Aquí da comienzo una nueva aventura. Espero que la disfrutéis. ¡Se os quiere!

SAMANTHA y la reliquia prohibidaWhere stories live. Discover now