14. Corazonez y flores en el aire

Start from the beginning
                                    

Jason

¿Le habrá pasado algo a Jade? De repente colgó y no responde a mis llamadas ahora. Si me preguntaran si estoy preocupado por ella, les diría que lo estoy. Me desconcierta eso, pues en mi vida me he preocupado por otra persona que no sea yo mismo o mi familia, claro, pero sin duda ésta niña está haciéndome sentir diferente. Cómo si realmente lo único en la vida no fuese salir con una chica y con otra y con otra, sino aprender a cuidar de un sólo corazón. <<Diablos, Jason. No seas gay y cursi, tú no eres así ya. Demonios, que alguien me explique porqué siempre se ve tan hermosa>>.

-Jade, creí que algo te había pasado... Colgaste de repente.- dije casi suspirando al verla.

-Es que en ese momento habló Alex, y temía que hubiese escuchado algo de lo que dije. Pero gracias al cielo no fue así.

-Te ves muy roja... Casi como si hubieses corrido la maratón. ¿O a caso es que yo te pongo nerviosa?- al decir eso, pasó de rojo a estar casi morada de la intensidad con la que se había sonrojado.- Qué tierna.- dije riendo.

-Ya sueñas igual que mi hermano cuando Summer de ruboriza. Hablando de eso...- dijo tomando aire. Sin duda había llegado hasta aquí corriendo.-Alex piensa que jamás besó a Celeste. Él quiere creer que fue alguien más.

-¿Qué?¿Crees que haya visto que era Summer?- dije algo asustado.

-Lo dudo, o sé que habría hecho un gran interrogatorio acerca de eso.

Después de tener la duda de nuestras vidas, preferimos dejar pasar todo eso y sólo esperar a que pasara lo que tuviera que pasar, si es que algo bueno salía de todo nuestro plan extraño para juntarlos.

Summer

Era algo temprano, para lo tarde que me dormí anoche, pero eso no me quitaba las ganas de correr a ver a mi mejor amigo. Además, su hermana está aquí con Jason y no tengo nada mejor que hacer que salir a buscar a mi amigo. Me puse unos jeans, blusa color coral a juego con mis uñas, un suéter ligero blanco y unas sandalias doradas. Me puse mis gafas de sol y me encaminé a casa de Alexander. Sé que no debería hacer esto, pero sin tocar la puerta, abrí y entre a su casa como si tuviera toda la confianza del mundo para hacerlo. Lo sé, puede meterme a la cárcel, pero dudo mucho que mi amigo se atreva a meter una denuncia por violación de morada. Subí hasta su habitación, y sin tocar, entré en ella ignorando cualquier cosa que pudiese encontrarme.

-¡Buenos días solecito!- grite al abrir de golpe la puerta. Para mi sorpresa, la habitación estaba completamente vacía, con la ventana abierta solamente. <<¿Se habrá dado cuenta que venía? Quizás me está jugando una broma>>.

Me acerco a la ventana con cautela, observando hacia cada rincón de la habitación, para asegurarme que no saldrá por ningún lado a espantarme. Antes de llegar a la ventana, un pequeño rayo de luz en mi diminuto foco imaginario se enciende, haciendo que mis piernas se dirijan hacia otra dirección. El baño. Vacío de igual modo. <<¿Dónde diablos te metes Alexander?>>. Ésta vez muy decidida, me acerqué hasta la ventana sin ninguna clase de cautela y me asomé. <<Dudo mucho que se haya lanzado por aquí...>>

Seguí observando hacia afuera, esperando alguna especie de señal, cuando sentí el calor de un cuerpo justo detrás de mío. Unas manos grandes se posaron encima de mi cintura, para luego sentir un par de cálidos labios, tocando con dulzura mi mejilla. No quise voltear, pues sabía perfecto de quién venía el beso. Tan solo cerré mis ojos, dejándome llevar por el acto de ternura de esa persona. Por alguna extraña razón, sentía como el pulso se me aceleraba; y creo que no fui la única que lo notó. Él bajó sus manos, hasta alcanzar las mías y buscar la forma de entrelazarlas.

-Me imagino que no estás viendo las nubes.

-No hay nubes.- dije conteniendo la respiración.

-Puedes imaginar que están ahí.

-No cuando me encanta tu boca en mi mejilla.- dije sin pensarlo, mientras sacaba poco a poco el aire para evitar que se diera cuenta que de cierta forma, me puso nerviosa.

-Creo que la odiarías si lo hiciera seguido y muchas veces al mismo tiempo.

-Lo dudo... Es sensacional que lo hagas. Aunque sea la primera vez que lo haces.

Después me giré para poder mirarlo. Algo en sus ojos me encanta. No sé lo que es, pero me maravilla el tenerlo tan cerca. Él sonríe y rodea mi cuello con sus brazos, para acercarme a él y tenerme lo más aprisionada que se pueda. Besa mi frente y luego queda a un milímetro de mi rostro. Yo sólo intento ponerme lo menos roja posible y no mostrarle exageradamente todos mis dientes. Realmente no hay nada que me guste tanto, que esto. Jamás podría cansarme de sentir la calidez de su boca recorriendo cada parte de mi rostro, pero ahora esto me confunde más. Después de lo que pasó anoche con Ian. Me hace sentir como entre la espada y la pared. Por un lado sentí magia con el beso de anoche, y por otro, el tan sólo estar con Alexander, me hace sentir completa y feliz. <<Vamos, es mi mejor amigo, y el nunca podría verme como algo más. No debo ser su tipo de chica, además de que él sinceramente podría tener a la chica que quisiera>>. Por lo tanto, es muy iluso de mi parte pensar en el "algún día" para nosotros, siendo que yo en mi vida he confiado en ese juego de palabras.

-Brillan.- dijo él mirándome a los ojos.

-¿Qué?- pregunté confundida.

-Tus ojos.- respondió, pasando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. Por alguna extraña razón, ambos comenzamos a acercarnos cada vez más. No sé cómo detener esto. No sé, y no quiero.

Entonces mi teléfono irrumpió el momento. Ambos dimos un brinco, y nos alejamos bastante nerviosos y apenados. Saqué mi celular y vi en la pantalla el nombre de Ian. <<Pero que oportuno>>, pensé con sarcasmo. Respondí la llamada, mientras Alex soltaba el aire con exasperación y se alejaba un poco para darme mi espacio.

-Estoy con Alex... Si... Mm le diré... No lo sé, quizás...de acuerdo, nos vemos.- dije y luego colgué.- Ian quiere que vayamos a una especie de reunión con varios chicos de la escuela. ¿Qué dices?

-Supongo que no hay nada mejor que hacer.- dijo de mala gana.- además, te invitó él...

Solté un suspiro, y sonreí con cierta decepción. Aunque no entiendo el porqué. Acomodé mi bolso que colgaba en diagonal de mi hombro, y salí de la habitación, seguida por Alex. Llegamos hasta su auto, y nos dirigimos a una especia de jardín, dónde se suponía estarían todos. Al bajarnos del auto, y entrar al jardín, sé que ninguno estaba viendo lo que esperaba.

Ian, flores, muchas personas. Creo que tengo náuseas y quiero vomitar, y evidentemente salir huyendo de aquí. Por lo visto a Alex no le ha hecho gracia lo que sus ojos están viendo. Seguramente debe sentirse incómodo, y se preguntará que hace aquí. Bueno, en realidad yo también me pregunto porqué demonios está haciendo esto, y sé que lo que sea que tenga que decir al respecto, me dejará en un verdadero aprieto.

Ian se acercó con su típica sonrisa de conquistador hasta mí, ignorando la presencia de Alex a mi lado. Ian tiene unos ojos muy cautivadores cuando sabe usarlos para ciertas ocaciones; como ahora, que sé que cualquier cosa que diga o pida, me será imposible de negarme. Tiemblo de pies a cabeza, y ya no sé si es por lo que se que dirá, por lo que se que diré o por los ojos amenazantes que le lanza Alexander a Ian sin que él lo note. Eso me deja mucho que pensar. <<¿Por qué Alex haría eso?>>

Ian tomó mis manos, para darles un suave beso en los nudillos, y luego sonreír a todos sus amigos y parte de los míos, como agarrando valor para su grandioso anuncio.

-Summer... - algo me dice que se acaba de activar mi piloto automático. Sólo asiento, y sé que esto no es bueno.- Sabes mejor que nadie, cuanto me gustas desde hace tanto... Y creo que vamos mejor que nunca, así que... Quería pedirte...- <<¡mierda!>>

Inexplicable Where stories live. Discover now