Él torció la mirada y apretó los labios sin saber qué decir. Pude entenderlo: cuatro eran los de ese día nada más.

—Vámonos —me dijo ofreciéndome la prenda.

No quise preguntarle más sobre el asunto. Me conformé con saber que me había salvado. Cuando salimos de la bodega, para mi sorpresa, todos me rodearon custodiándome en un anillo de seguridad, al estilo de un presidente atacado a bala. Estábamos en lo que parecía la bodega de almacenamiento de un establo abandonado. Al salir, me llevaron hasta un carro que esperaba a unos metros de la carretera, en medio de una neblina espesa. El frío era insoportable: quemaba, tenía un olor extraño, llegaba al alma. Era un frío que solo se puede describir como fastidioso, sumado a lo particular del cielo, que estaba cubierto de nubes oscuras, espesas, y rodeándolas por sus bordes menos densos se veía la luz del sol, que reflejaba una pálida luz naranja en medio de la noche.

—¿Qué hora es? —les pregunté—. El cielo está muy extraño.

—Son las cinco de la tarde. En una hora la temperatura bajará mucho.

—¿Cómo que las cinco? ¿Me estás hablando en serio?

—Sigamos caminando, que en el carro te explico todo.

—¡No quiero esperar! —le alcé la voz.

Todos los que estaban a mi alrededor parecieron quedar rígidos, como si se hubieran asustado, al escuchar mi grito.

—No vas a esperar nada, tranquilo —me dijo—. Tengo los folletos en el carro.

—¿Folletos? Dios santo. No puedo creer que sean las cinco. ¿Es que el mundo se acabó en estos ocho años o qué?

—Casi —respondió la médica—. No demorará en suceder.

—¿Qué cosa? —le pregunté.

—El fin. Qué raro es que no se acuerde de nada, señor.

—¿Señor?

Reconocí el lugar. Estábamos en una hacienda abierta al público junto a la vía que sale de la ciudad al sur. Era un gran espacio campestre lleno de verdor y hierba, y estaba como si le hubiera caído una bomba. Todo alrededor estaba muerto, destruido, en medio de la neblina y su asqueroso olor a plástico quemado. Solo cuatro de ellos, incluyendo a Gustavo, se subieron conmigo al vehículo. "Aquí está", me dijo Gustavo. "Es el folleto informativo más reciente. Los usamos para que nuestros estudiantes se inicien adecuadamente".

¿Cómo entender el mundo de hoy?

26 de septiembre de 1983. La mala calibración de un satélite militar provocó un error en la lectura de varios radares antimisiles de la Unión Soviética, que estaban instalados para anticiparse a un ataque de Estados Unidos. El radar informó que una pequeña cantidad de misiles se dirigía a la Unión Soviética. Mientras el sistema insistía en las alertas, a uno de los operarios le pareció absurda la idea de un primer ataque estadounidense con apenas cinco misiles. Basado en esa idea, logró demorar la respuesta de sus superiores, quienes tenían la orden directa de responder a la agresión inmediatamente. Los misiles no llegaron porque Estados Unidos nunca los lanzó. El sistema de detección soviético había fallado. Ese día, el mundo esquivó una guerra a gran escala.

Aunque los incidentes de la Guerra Fría fueron varios, y algunos tanto o más tensos que el anterior, solo este, conocido como "Incidente del equinoccio de otoño", ofrece una idea de lo que sucedió unas décadas más tarde, en un episodio llamado "La crisis de Bogotá". Para entenderlo, sigamos estas fechas y sus sucesos.

22 de febrero de 2022. El gobierno estadounidense decretó, debido a la crisis Rusia-Ucrania, un paquete de sanciones económicas para obligar a Moscú a detener sus operaciones militares en Ucrania. Estas tensas relaciones llevaron a los gobiernos a varios intentos de conciliación, que se dieron en Ginebra, durante todo ese año, con el fin de superar el conflicto que provocó la invasión de Rusia. En la última reunión del último ciclo de diálogos, el presidente estadounidense dio a entender que las negociaciones no solo debían terminar con el conflicto diplomático entre ambas potencias, sino que tenía que desembocar, además, en un cambio de gobierno ruso. En una entrevista para televisión, horas más tarde, el vicepresidente publicó un tweet en el que ordenaba proteger a Ucrania aceptándola en la OTAN. Recordemos que la OTAN es una organización militar de países que se unieron para responder a agresiones juntos. Como se sabe, Rusia no permitiría que uno de sus países vecinos hiciera parte de esa organización militar, por lo que el tweet fue tomado como una ofensa, sobre todo porque ningún político estadounidense, de todos los que salieron a declarar en los días siguientes, quiso negar de manera explícita lo publicado por el vicepresidente.

Atraviesa el túnel o muere en el intentoWhere stories live. Discover now