Jodida adolescencia

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Más o menos al mismo tiempo que sucedía toda esta situación con Gustavo, en mi cabeza y en mi corazón había algún conflicto que no tenía nada que ver con la gente de afuera, sino que era algo que estaba dentro de mí. ¿Qué era eso que yo necesitaba dejar salir con tantas malditas ganas? Ni idea. Tengo tanta ansiedad, tanta angustia, que, aunque sé que dije que no era amigo de las groserías, siento que necesito decir algo de ese estilo. Necesito decirlo y también necesito gritarlo, porque siento que en realidad nadie me entiende, y que vivo dentro de una jaula, la jaula de las reglas de mis padres y de la maldita sociedad. ¿Cuál es la grosería que voy a decir? No, no me voy a comportar como un bebé. Lo diré tal como lo siento: ¡ser un adolescente es una mierda y a la vez es una chimba!

Uff, liberación. En algunos momentos de mi vida me he sentido tan confundido. Es decir, tus papás, tus amigos, tus profesores, tu colegio, todo tu entorno en general está esperando algo de ti: que seas buen hijo, buena persona, buen estudiante, etc., que cuando llega el momento de demostrar que eres de los buenos, bum, de un momento a otro no vales nada. De un día para otro ya no eres el mejor de la clase, ya no eres el niño feliz, ya no eres la persona que quería participar de todo... Ahora eres una especie de zombi. Ahora eres una persona joven a la que no le gusta (¡de verdad lo detesta!) que le digan lo que tiene que hacer. Wtf. No me digan lo que tengo que hacer. ¿Saben por qué? Porque yo ya sé lo que tengo que hacer, y dejo de cumplirlo porque se me da la gana y ya. 

De un momento a otro tu familia ya no parece tan interesante y todos los planes que haces con ellos son simplemente tan... ¡predecibles! Los amo, me encanta estar con ellos y cada uno de mis familiares es especial para mí, pero no puedo negar que mi espíritu nació para cosas más grandes y para eventos que requieren mayor libertad. No importa qué tantos obstáculos me ponga la vida: yo estoy decidido a vivir mi juventud al máximo. 

Pero fue justo ese pensamiento el que me hizo alejarme de Gustavo, y por eso este es el momento de regresar a ese lugar en el que lo vi con un cuchillo en la mano. Con su loca furia, con sus ojos de engendro endemoniado, Gustavo atravesó la avenida y se perdió entre los vehículos. No me preocupé mucho, porque normalmente él aparecía entrada la madrugada con alguna historia, algunas creíbles, otra muy tontas, pero finalmente había alguna historia por contar cuando él llegaba a la madrugada. Pero esa noche no llegó. 

¿Qué sucedió? Estaba a punto de averiguarlo,  y de la peor manera de todas. 

Atraviesa el túnel o muere en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora