A, B, C...

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La palabra "destrozado" no alcanzaba a definir lo que estaba sintiendo. Cada línea de esa crónica era un golpe al corazón: incluso recordé a mi propio abuelo. Qué demoledor. Fue doloroso leerla. Muy doloroso. Pero fue una revelación para mí. Cada renglón me hacía entender cosas sobre Gustavo, generar hipótesis y conjeturas. Pude inferir varias cosas. En primer lugar, ahora tiene mucho sentido su llanto cuando le dije que lo que él buscaba en el túnel era un capricho nada más: todo lo que busca está relacionado con su abuelo. En ese momento pude entender lo estúpido que había sido mi comentario. También pude inferir, cruzando la crónica con lo que me contó Natalia, que Gustavo lleva años cargando con la culpa de la muerte de su abuela y, por lo tanto, una de las grandes tristezas de su abuelo, que fue su mejor amigo.

Habrían pasado pocos años desde la muerte del abuelo hasta el momento en que Gustavo leyó la crónica por primera vez. En alguna parte del texto decía que Tiberio quería ocultar el dolor para que su nieto no se sintiera culpable. Y justo al leer eso, sucedió todo lo contrario: Gustavo supuso y dio por sentado que la culpa era suya. Imaginaba su sufrimiento diario, pensando que por su culpa su abuelo vivió uno de los momentos más amargos de su vida, sin dejar de lado que eso le produjo la muerte a su abuela.

Yo estoy de acuerdo con que no es culpa de Gustavo. En realidad, no lo es. Y la crónica es muy clara en decir que el fallecimiento se dio porque se empeoraron algunas condiciones que la señora ya tenía. ¿Acaso no leyó esa parte, o qué?

Pero mi reclamo resulta tonto. Contra las emociones más fuertes nunca funciona la comprensión de la lectura. Uno termina entendiendo lo que quiere entender. Dios santo. Mi mejor amigo, mi único amigo, estaba metido en un problema enorme por una razón equivocada. No quiero decir que él deba ser expulsado del túnel, pero lo que debieron mostrarle debió ser algo relacionado con su abuelo, lo cual no estuvo bien, no debió ser así. Si él supiera eso y lo entendiera realmente, el túnel le habría mostrado otra cosa: que su vida iba a ser mucho más interesante de lo que ya era. Es todo un error.

Seguramente, el túnel le mostró lo que él más anhelaba en su vida: recoger el juguete con el que su abuela se cayó. Eso le habría evitado grandes dolores a su abuelo, pero cada vez que lo pienso estoy más convencido: nada de eso fue culpa de ese pequeño Tavo que lo único que hacía en la vida era disfrutar de su abuelo.

Si había algo misterioso con respecto a Gustavo, era su vida antes de llegar a este colegio. Nadie sabía nada de él: ni cómo era, ni de qué colegio venía, pero es que no se parecía en nada al niño protagonista de la crónica. ¿Un tic nervioso? ¿Le dio un tic nervioso a este enorme King Kong? Todo aquí estaba mal. Me mostraron lo que quería conseguir del túnel a través del ojo del pez: una vida libre de ataduras, una vida libre de timidez y de ser visible ante la gente, el amor de Natalia (aunque cada vez me era menos llamativa esa idea) y un montón de plata. Podrían parecer cosas banales, o tal vez lo eran, pero por lo menos yo estaba seguro de lo que quería, en cambio él no. Su culpa era su cárcel. Los giros del destino eran algo que yo no entendía: el hermano de Gustavo, en homenaje a la promesa que le hizo a su abuelo, le escribió una crónica que fue la culpable de romper esa misma promesa. Y en el camino dejaron a un niño herido. Parece una broma de mal gusto contra él. Pero era la realidad. No había a quien culpar, o no quería pensar en eso. La vida parece un chiste hasta que un día te golpea y te hace despertar.

Sequé algunas lágrimas que había en mi mejilla cuando el hombre sin rostro regresó después de haber acomodado a Natalia frente al computador con la velocidad de siempre. Cuando encendió mi pantalla, se abrió una ventana que mostró tres números grandes: 6 – 1 – 0, junto con una cuenta regresiva de cinco segundos. Debíamos seleccionar uno de ellos y coincidir. ¿Era probable que los tres escogiéramos el mismo?

Atraviesa el túnel o muere en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora