Capitulo 40

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Harry estaba en una habitación de paredes blancas, sintiéndose diminuto, era su primera sesión con el hombre que sería su terapeuta y no podía mas que sentir nervios, restregándose las manos sobre su regazo una y otra vez en muestra de impaciencia por como seria aquello, ¿estaría recostado en uno de esos sillones negros mientras su psicólogo fingía escribir en su libreta? ¿Y cómo sería él? ¿Sería bajito y con anteojos? ¿Estaría calvo y hablaría con una congestión nasal? estaba metido en sus pensamientos cuando la recepcionista dijo su nombre y saltó como un resorte de su lugar. La omega lo condujo por un pasillo estrecho de color blanco hasta que llego a una puerca de caoba en el que lo adentro y en la que Harry se encontró con un hombre muy diferente a lo que había pensado, un tenue olor a manzanilla y sábila lo recibió, junto a unos ojos color miel y cabello oscuro. Joshua era un omega, podía olerlo, pero era un omega hermoso y joven, su tez morena se veía brillosa y saludable y su espalda ancha y enmarcada, mostraba un cuerpo ejercitado y tonificado, aunque no exagerado como el un fisicoculturista, él se veía muy natural, como el resultado de una buena dieta y ejercicio constante.

-Buen día Harry, adelante - le dijo con una voz suave y melodiosa y Harry no pudo hacer más que asentir y apretar la mandíbula. Joshua lo hacía sentir incomodo, porque de algún modo le recordó cómo se veía él hacía un tiempo, seguro de sí mismo, y mucho más acuerpado que un espagueti.

Harry se sentó sobre un sillón grande de cuero, pero no era para nada como el diván que había imaginado, era solo un sillón común de oficina. Miro a los lados tratando de familiarizarse con el nuevo entorno y divisó el mismo color de paredes blancas de la sala de espera, solo que a diferencia de esta, había muchos cuadros por todos lados, cuadros de cosas diferentes sin un orden aparente. Junto al sillón en el que se sentó, estaba la fotografía de una flor morada con rocío sobre los pétalos y una calle húmeda de fondo, frente a él, estaban la foto de un anciano fumando un cigarrillo con la mirada perdía en blanco y negro y a un lado había un cuadro, pintado a mano, era una acuarela en la que se divisaba el contorno de una mujer de trazos irregulares de colores vivases y encendidos.

-Bien Harry, me presento, mi nombre es Joshua García y seré tu guía en este proceso. Quiero que sepas que este es un lugar seguro y que nada de lo que digas será compartido con nadie, quiero que te sientas libre de decir cualquier cosa que quieras sin temor a ser juzgado ¿está bien? - Harry solo asintió de nueva cuenta y miro al piso - Dime Harry, ¿Qué es lo que te trae a terapia?

Harry se quedó callado y miró al techo entonces, sentía las palabras atascadas en su garganta, así que carraspeo un poco para encontrar su propia voz y entonces lo miro.

-Bueno yo... estoy viviendo con un amigo ahora. Tengo un alfa, es solo que... - y no pudo continuar más.

-¿Se están separando? - preguntó Joshua con un rostro de compresión y Harry negó enseguida escandalizado.

-¡No! lo siento... no nos estamos separando, bueno eso creo... la verdad ya no lo sé - admitió en voz alta por primera vez lleno de adrenalina.

-No te preocupes Harry, juntos vamos a llegar a descubrir lo que de verdad quieres hacer, y en dado caso que quieras romper el lazo con tu alfa, te brindaremos todo el apoyo profesional que podamos, para minimizar los síntomas en cuanto a lo físico y lo mental y que sea una transición segura ¿está bien? - Harry solo asintió pero no hizo ningún comentario, solo asintió y miró al vacío con una corriente helada esparciéndose por su cuerpo.

Los días siguientes fueron melancólicos para Harry y comenzó a pensar mucho en su vida y en cómo es que había terminado en ese punto, a veces se sentía sofocado, pero era lo que tenía y no sabía cómo sobre llevarlo, Joshua le había dado una tarea aparentemente simple, tenía que escribir cinco cosas que le gustaban de sí mismo, ¿pero qué mierda? ¿Por qué tenía que escribir sobre sí mismo cuando le había dicho que él se sentía mal por su relación con Louis? pero esa había sido su tarea, eso era lo que tenía que hacer, aunque no supiera exactamente para que, lo peor es que ya había intentado tres veces esa semana realizarla y lo único que había escrito en esa hoja era: tener un lindo cabello ¿Cómo es que no podía escribir cuatro cosas más? Esa semana no quiso ver a Louis, pero aun así, el alfa se presentó cada día, a la misma ahora, aunque solo pudiera jugar con su pequeño en la alfombra.

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