Prólogo

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Su mirada era fría. Era un hielo, buscando un brillo de luz que derritiera su corazón. Sus pómulos eran altos, su sonrisa grande y coqueta, que dentro ocultaba una dentadura perfecta y brillante.Sus hombros eran delicados, pero al mismo tiempo podían soportar la mayor carga. Caían en unos brazos torneados y pálidos, delicados al toque.Su cintura, fina y pequeña, haciendo efecto de reloj de arena junto con su cadera ligeramente ancha y perfecta. Sus piernas... infinitas. Muslos algo gruesos, perfectamente equilibrados y ejercitados... Toda ella, era una mujer perfecta. De pies, a cabeza.

El único pequeño y gran defecto que tenía ella, era su duro corazón. Podría besar en la oscuridad, y a ella le gusta. Podría incluso pasar a algo mucho mayor, y a ella le gusta. Pero tiene miedo a enamorarse.

Podríamos ser muy parecidos, pero ella en sus ojos tenía brillo.

Mis hombros son gruesos, mis brazos también, duros y un tanto llenos de tatuajes. Caen hacia unas manos grandes y ásperas. Mi cuerpo tiene forma de triángulo invertido, pero regresa a ser gruesa cerca de mis piernas.

Suelo siempre tomar una libreta en blanco. La misma que he tenido durante siete años sin una palabra en ella. No había motivos, o razones, hasta que un día la vi. Sonriente, disfrazada de adulta. Yo siempre intento con la mente, quitarle su maquillaje, y admirar el perfecto tono rosa de su rostro. Sueño con los ojos abiertos, con rozar sus labios medio segundo sin tener que quitarme de inmediato.

He comenzado a escribir poemas de amor. Un beso por cada palabra escrita. Un abrazo en cada espacio. Una caricia por cada tilde. Un poco de todo en cada punto final. Todo de mí en cada suspiro.

Inexplicable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora