Capítulo 51

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Quiero que mi pequeña porte un vestido color amarillo, para su gran presentación al pueblo, así que la traje yo misma con Gustav, para darle mi idea de la vestimenta, y, que él haga su magia, como siempre lo hace

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Quiero que mi pequeña porte un vestido color amarillo, para su gran presentación al pueblo, así que la traje yo misma con Gustav, para darle mi idea de la vestimenta, y, que él haga su magia, como siempre lo hace.

Le di la noche libre a Lidia, para que pueda convivir con sus hijos.

Podré ser una tirana, a los ojos de todos, pero no puedo dejar que esos niños, no tengan una mamá.

Después de que Gustav termina de tomarle las medidas a mi retoño, se la llevo a Lily un rato, para que yo, por última vez, revise los presupuestos del reino, pues es el tercer día de ausencia de Damen y seguramente, mañana en cualquier momento el día, él ya esté de vuelta.

Así se me pasa la tarde, y otra vez, me olvido de comer algo, y siento que ya es mucho el tiempo en el que me alejé de mi bebé, ya que tenía planeado estar con ella el más tiempo posible.

Platico con Lily por un rato, y después salgo con mi pequeña al jardín, para hablarle un poco de mi vida, antes de llegar aquí.

«Cómo extraño a mi abuela»

Así pasamos toda la tarde, hasta que cae la noche, las dos cenamos y por el día de hoy, dormiremos juntas, tengo que acoplar mi cama para que no se ruede mi retoño, es tan tranquila que solo cuando tiene hambre, llora.

Las dos rápidamente, nos quedamos dormidas.

—Mi reina, tiene que despertar—Me gritan y escucho los llantos de mi pequeña.

Salto de la cama y tomo a mi bebé en mis brazos, después me doy cuenta de que quien me estaba hablando era Lea—¿Qué está pasando? —Le pregunto, agitada.

—El castillo está bajo ataque, sígame, tenemos que ponerla a salvo—Grita Lea, mientras a oscuras busca algo en la pared —Hay un pasadizo por aquí, que la llevará a un lugar seguro, los guardias la están esperando.

Jala un tabique y se abre un comportamiento en la pared, se hace a un lado para que pueda pasar, y me doy cuenta de que ella se quedará—Iras conmigo, es una orden.

—No puedo, tengo que protegerla de quien venga a este cuarto.

—Lo harás, es una orden.

Caminamos por los pasadizos y curiosamente, este tiene un único camino. Mientras avanzamos se escucha, a través de las paredes, cómo hay personas luchando, el pasadizo está iluminado lo suficiente, pero por poco me tropiezo con una piedra, si no hubiera sido por Lea que me sostiene.

La preocupación no me deja pensar con claridad.

Llegamos a una puerta de madera que termina en forma de v, y ahí ya se encuentran dos hombres con las espadas empuñadas, a la espera de nuestra llegada; cuando nos dejan pasar, corro a las ventanas, y, me doy cuenta de que estamos en la torre más alta del castillo, por lo mismo si acaso se ven las sombras de las personas.

Por todo el recorrido Lea estaba cargando al bebe y logró calmarla para que sus gritos no delataran nuestra posición.

Lamentablemente, cuando Lea toma asiento, mi pequeña toma la decisión de despertarse y comenzar a llorar a gritos, la tomo en brazos y la empiezo a arrullar, pero de nada sirve, no se detiene para hacer berrinche.

—Seguramente tiene hambre— Suspira Lea, igual de estresada por todos los hechos ocurridos.

Nunca le he dado de comer a mi bebé, aunque sé cómo hacerlo, pero para eso tenia a Lidia. Debo de darle y pronto, pero me da mucho miedo de que se enferme pues mi cuerpo no es sano.

La desesperación me agobia y termino quitándome la parte de arriba del vestido sin pudor, y le meto uno de mis pechos en la boca, rápidamente se calma y deja de llorar, para succionar con tanta fuerza que hace que me duela.

El dolor que me está provocando y la preocupación hace que empiece a sollozar, y que mi cabeza haga escenarios en los cuales no sobrevivo.

Después de un rato, las puertas se abren y entra Cédric con el cuerpo lleno de sangre.

—¿Está bien Kaia? Estaba muy preocupado por usted, pero la veo en perfectas condiciones.

—Siéntate por favor, y cuando te calmes, me dices por favor que está pasando ahí afuera.

Toma unas respiraciones y comienza a contarme—El pueblo supo que Damen no se encuentra en el castillo, y alguien que la odia mucho, organizó este ataque, pero se está repeliendo satisfactoriamente. Vinieron pocas personas, solo para sembrar el caos, no se ha podido capturar a nadie, y tampoco los podemos matar.

Asiento y ruego porque nadie del castillo salga herido, aunque me odien están sacrificándose para mantenerme a salvo.

La noche pasa en vela, en un momento de desesperación, salgo a ordenarle a una de las guardias, que dé la siguiente orden: "Si pueden contenerlos sin matarlos háganlo, pero si no, maten a todo el que se interponga, no sacrifiquen sus valiosas vidas por unos traidores".

En la madrugada, por más que intento mantener los ojos abiertos, no lo logro y caigo dormida por un rato, hasta que se escucha que tocan la puerta y después una guardia detrás de la misma, grita que ya podemos salir.

Lea sale primero, para cerciorase que sea alguien de los guardias quien nos informó, y no alguien que logró penetrar la entrada del pasadizo, afortunadamente sí es, entonces, le sigue Cédric y luego yo.

Salimos por el mismo pasadizo que nos trajo anoche y llegamos a una trágica escena.

Mi habitación ha sido arrasada, toda la ropa del vestidor está hecha pedazos, el colchón está roto y los muebles tirados.

Lidia, llega conmocionada, y toma a mi bebé en sus brazos y se la lleva, sabe que yo tengo mucho trabajo qué hacer.

No me permito derrumbarme, a pesar del miedo que siento y sentí, salgo gritando una orden tras otra a quien me encuentre, tenemos que arreglar todo el castillo, y encontrar a los malditos que hicieron todo esto.

Al llegar al recibidor, se ve que se desató una batalla violenta, encuentro tres cuerpos de hombres con el símbolo de Atheya en su uniforme y siete de pueblerinos. Como una loca me acerco y trato de identificar si alguno sigue con vida, pero lastimosamente no hay nadie, me lleno las manos de sangre y me detengo a llorar escandalosamente.

«Solo un poco y seguimos» Ordena mi conciencia.

—¿Qué paso aquí? —Pregunta una voz que me saca de mi penumbra—¡¿Qué paso aquí? ¡Respóndanme ahora! —Grita Damen con los ojos desorbitados.

Cédric se acerca y le dice en pocas palabras lo que sucedió durante la noche, mientras él me escudriña minuciosamente, en busca de algún rasguño.

—¡Quiero guardias custodiando el castillo, y que todos arreglen este desastre! ¡Vamos a encontrar a esos desgraciados! — Ordena mientras se dirige a su despacho a pasos agigantados.

Retumban por todo el castillo sus órdenes, y una doncella se acerca a intentar relajarme.

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Sed de PoderWhere stories live. Discover now