Capítulo 36

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Ya me acostumbré a la monotonía de mis días, siempre es lo mismo, despertar, comer e indagar

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Ya me acostumbré a la monotonía de mis días, siempre es lo mismo, despertar, comer e indagar.

A veces salgo al pueblo acompañada, muy pocas veces en realidad, aún el príncipe vive con el temor que, en un mínimo movimiento en falso de él, salga corriendo. Pasó un mes y ya varios días, después de mi boda y cómo lo prometió él, aún no hace nada indebido o que me incomode.

Despierto ya muy tarde, porque un príncipe odioso no me dejaba dormir, atacándome con preguntas. Nuestra relación ya mejoró, pero, aun así, no puedo confiar en él, la vida me enseñó que no puedo confiar en nadie, más que en mi misma.

El príncipe entra a la habitación, con una cara graciosa de enojo, y me dan ganas de reírme, pero sé que eso desataría el infierno.

Se va directamente al closet y de ahí sale solo con un pantalón, está perdido en sus pensamientos, hasta que siente mi mirada pesada.

«Deja de saborearlo con la vista» Susurra la vocecilla de mi cabeza.

Quito rápidamente la mirada, pero él ya se ha dado cuenta de que lo veía.

—¿Admirando la vista? —Pregunta, cambiando su semblante serio a uno burlón.

—Ya quisieras, en realidad me despertaste — Contesto, fingiendo demencia.

—Si tú lo dices...

Se vuelve a meter al closet y sale con una vestimenta nueva y pulcra. Todo en color negro, color que debo admitir le queda muy bien.

—Tenemos una charla pendiente —Suelta.

—Está bien, de igual forma, te convertiste en una de las partes más interesantes en el castillo —Digo afligida.

—Justo de eso quiero hablar, quiero que aprendas a hacer algo, también será pronto tu coronación, tienes que prepararte —Señala serio, se da una última mirada en el espejo y sale de la habitación.

Mi batalla de todos los días es levantarme de esta gloriosa cama, pero día con día lo logro. Desde que me mudé a esta habitación, nadie me despierta, ni me baña, tampoco me arregla. Cuando llegué aquí, recuerdo que me molestó el trato que recibí, pero sin darme cuenta me acostumbré a eso, y ahora me es muy difícil hacer todas mis actividades por mi cuenta propia.

Salgo, y empiezo un nuevo y aburrido día, hasta que llego a la biblioteca, antes pensaba que los libros nunca me aburrirían, pero ahora, que todos mis días los paso aquí, ya me cansé de todo.

Desperté en uno de esos días en los que no tengo ganas de vivir, y para desaburrirme, iré a molestar a Damen, que es de las cosas que mejor se me dan. Salgo en busca de él, y creo tener la certeza que lo encontraré en su despacho, seguramente acompañado del fiel Cédric.

Camino entre los pasillos, hasta llegar al despacho, y cuando estoy frente a la puerta me pregunto: «¿Por qué camine hasta aquí, si no tengo nada a que venir?».

Sed de PoderWhere stories live. Discover now