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Nuestros héroes de Karmaland, luego de un año repleto de aventuras que los nueve vivieron por separado, reciben una llamada de auxilio por parte del sabio Merlon. Hay una nueva amenaza en el pueblo y nuestros héroes deberán enfrent...
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La luz del sol entró por la ventana con cortinas mal cerradas con anterioridad por la habitación del mitad oso, cegándole ligeramente pero sin ser suficiente como para se levantase de su sueño. No soñaba nada, solamente quería dormir más. Ni siquiera su cerdo mascota pudo levantarlo cuando se colocó en cima de su dueño. Nada podría impedir que saliriera de su estado adormecido. Por lo menos, hasta que su teléfono móvil sonó indicando que tenía una llamada entrante. Frunció el ceño y cerró los ojos con fuerza, deseando que la estridente melodía cesara, pero esta no lo haría y lo sabía así que abrió los ojos resentido, estiró el brazo hacia el aparato, lo cogió y aceptó la llamada.
-- ¿...Si...? -- preguntó muerto de sueño.
-- ¡¿SE PUEDE SABER DONDE ESTÁS, DOBLAS?! -- exclamó la persona al otro lado de la línea haciendo que las orejas de oso del otro se echaran hacia atrás a la defensiva y apartara el brazo con el azabache amante del morado todavía gritando.
-- ¿Puedes...por favor...no gritar? -- preguntó entre bostezos acercándose un poco el aparto hacia sus labios.
-- ¡NO! ¡NO PUEDO, DOBLAS! -- siguió gritando -- ¡TE HE LLAMADO CINCO VECES Y NI CASO! -- el castaño intentó recordar si había escuchado antes el teléfono -- Agg -- suspiró derrotado el dueño del palacio flotante -- Ven al cartel del pueblo, Merlon nos citó ayer ¡para hace una hora! -- Rubén, despertándose de golpe, dejó el aparato en la mesita de noche con el manos libres activado para poder escuchar al de morado mientras se vestía rápido -- Así que tienes suerte, no eres el único que llega tarde -- logró escuchar por último antes de agarrar el móvil y salir corriendo hacia el ascensor de su isla -- ¿Me has escuchado? --.
-- Si, si, si. Cartel de Karmaland -- dijo rápidamente antes de cortar la llamada y guardar el aparato.
Para llegar más rápido decidió entrar a la mina de su compañero albino mientras corría con antorcha en mano. Frenó de repente dejando caer por su frente el sudor de haber corrido a pesar de haberlo hecho por una miseria de tiempo. Observaba a su alrededor, estaba en el centro del lugar, sin saber donde ir. Al haber parado repentinamente su cabeza daba vueltas y lo veía todo un poco borroso, solo veía los carteles dando vueltas ya que él estaba dando vueltas y perdía el equilibrio hasta que notó un impacto en su espalda que casi hace que se pegue la cara contra el suelo.
-- Joder -- se quejó adolorida la persona tras su espalda.
Rubén se giró y milagrosamente su visión volvió a la normalidad, al igual que su equilibrio -- ¿Auron? -- El nombrado levantó abruptamente la cabeza mirando fijamente al mitad oso.
-- ¿R.r.rubius? -- preguntó entrecortado y con un casi no notable rubor en sus mejillas, cosa que hizo levantar una ceja al más alto en señal de duda respecto al "comportamiento" del contrario pero feliz por quizás haberlo causado él.
-- ¿Así que tu eres el que también iba tarde? -- preguntó con un aura divertida al recordar las palabras del azabache en la anterior llamada.
-- S.si...em...t.también llego tarde -- dijo intentando mantenerse recto en su lugar y mirando a un lado para que el contrario no viera el rubor.
Ambos quedaron en silencio. El castaño se puso a intentar identificar lo que decían los carteles que indicaban los caminos mientras escuchaba las maldiciones que parecía decirse a sí mismo el de mecha rubia pero no le prestó mucha atención pues pensó que era debido a la tardanza.
Cuando el doctor pareció relajarse y cesar sus susurros le dió un golpe con el codo al brazo de su compañero y cuando este le miró señaló con el otro brazo hacia uno de los caminos. El de ojos avellana sonrió en forma de agradecimiento y, después de una pequeña lucha mental, agarró la mano del más bajo notando un sobresalto en este ante el contacto y lo llevó casi a rastras por aquella mina.
Cuando finalmente subieron a la superficie y lograron ver el cartel del pueblo, aumentaron el paso aún con las manos entrelazadas. Subieron la colina y allí estaban todos sus compañeros esperando pacientemente.
--Menos mal que habéis-- comenzó a hablar el de morado para luego cortarse a él mismo al ver las manos de sus compañeros --...venido...-- terminó su oración con los ojos achinados desconfiado mirándolos a ambos por turnos.
El albino de mecha pareció percatarse de ello y soltó abruptamente la mano de su amigo con un gran sonrojo en sus mejillas sintiendo el frío al ya no tener tal cálido contacto con el otro.
Por otro lado, Rubén no escuchó lo que dijo Samuel ni notó esa mirada pues nada más llegar se percató de la presencia del de boina y alas, quienes le miraban sonrientes, como si no hubiera pasado nada aquel día. Estaban normales y parecían discutir jugando como solían hacer siempre. Verlos así solo pudo hacer que tragara en seco. A saber si se volverían de repente contra él o algo.
Cuando no sintió la mano del más bajo quiso volverla a tomar, tenía miedo y necesitaba que alguien estuviera con él a pesar de que el de mecha no supiera la situación. Sin embargo, cuando intento volverle a tomar de la mano, el otro se apartó y miró hacía el musculoso frente a ellos indicándole lo que pasaba y ahí Rubén se dió cuenta de la mirada furiosa del azabache y su cuerpo se tensó. Estaba listo para mil preguntar por haber malinterpretado la escena con el de mecha pero fue salvado por Merlon, quien les llamó a todos para ponerse en corrillo a su alrededor.
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