•◇•◇• THE RETURN •◇•◇• [Rubiusplay] [Karmaland]

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Cuando llegó bajo su isla rápidamente subió por el ascensor escuchando de lejos como los árboles y arbustos de la lejanía se movían.
Una vez arriba entró al edificio y cerró lo más silenciosamente que pudo las puertas de madera recargandose en estas haciendo presión por si intentaban entrar, cosa que no pasó. Solamente escuchó como el alado aterrizaba en sus terrenos , decía para sí  mismo que era un lugar inhabitable y el como se marchaba.

-- Menos mal -- suspiró aliviado el castaño mientras caía apoyado en la puerta de la entrada de su casa flotante hasta quedar sentado en el suelo. Rubén no recordaba haber vivido tantas escenas con tal grado de adrenalina en su vida.

Luego de devolver su presión cardíaca y su respiración a la normalidad se levantó de la fría madera del suelo al mismo tiempo que le crujía la espalda y se quejaba por ello y observó detenidamente el interior del lugar. Habían pocos muebles pero los justos como para vivir bien. Caminó por el primer piso mientras pasaba sus dedos por los cofres bajos para antes de subir por la escalera mirar sus dedos llenos de polvo. Por lo menos, los dedos que le quedaban.
Le daba muchísima pereza limpiar todo él solo y ya no podía ir a pedir ayuda a sus amigos pues el de boina y alas seguramente estarían alerta por si le veían. No tenía forma de ir a por sus amigos sin ser visto, por lo menos, no legalmente.
Rápidamente Rubén recordó los pasadizos en aquella mina y una sonrisa se formó en su rostro.

Abrió uno de los cofres cercanos a él comenzando a toser por culpa del polvo que se esparció por el acto encontrando sus viejas cosas allí.
Llenó su inventario de armas y comida y se dispuso a salir del lugar. Un poco tonto pues acababa de entrar allí y los otros dos estarían aún cerca.
Pero con suerte el castaño logró entrar a la mina con antorcha en mano sin ser detectado.

Una vez en el centro se puso a pensar hacia dónde y a quien acudir. El amante del morado estaba descartado pues ya le dijo con anterioridad que no, Alex estaba con su labor de policía que le dejaron retomar, Fargan y Willyrex obviamente estaban descartados y Lolito posiblemente le causaría problemas así que solo le quedaron dos opciones y una le sería incómoda así que se decantó por ir a por Luzu, quien era su plan inicial antes de que Fargan le forzara a acompañarlo.

Ya decidido, el castaño se dispuso a ir por el túnel que indicaba que el destino era la casa del antiguo corrupto del pueblo pero algo lo detuvo, una melodía tarareada con gracia y alegría cosa que le hizo quedar estático asimilando lo que podría ser hasta que se le presentó en frente.

-- ¡Tu puta madre Rubius, que susto,  joder! -- exclamó un albino de mechón rubio que del sobresalto dejó caer su espada.

-- ¡¿Como que qué susto?! ¡¡Tu has aparecido de la nada!! -- acusó el castaño.

-- ¡¡Pero tu eres el que va por minas ajenas!! -- acusó de vuelta el de mecha.

-- ¿Tu mina? -- preguntó más calmado el mitad oso.

El doctor asintió para luego hablar -- Trabajé por meses para minar todo esto -- el castaño aún le miraba extrañado como pidiendo más contexto -- Son atajos para ir a putear gente. Ahora no haré nada malo, solo voy por aquí porque no quiero cruzarme con nadie que me haga ralentizar mis tareas --.

Raúl esperó a qué Rubén asistiera  en señal de comprender al fin su explicación y cuando este lo hizo el de ojos marrones suspiró cansado.
El cura quedó asombrado por tal costoso trabajo por parte del que consideraba una persona vaga y el contrario pudo captar ese asombro y destello de ligera admiración, cosa que le hizo sonreír levemente.

-- ¿Está guapo, eh? -- preguntó con orgullo inflando el pecho cosa que hizo reír al más alto
-- ¿Y que coño haces aquí y como has encontrado esto? -- preguntó ahora un tanto amenazante mientras se acercaba al mitad oso y señalaba a este con su mano libre de pico.

-- P.p.pues...estaba por el bosque huyendo de...¡un oso! si...un oso...y encontré una entrada hasta aquí... -- dijo jugando con sus dedos mientras observaba la mano acusatoria del más bajo.

-- ¿Un oso? -- preguntó incrédulo.

-- ¡E.e..era un oso grande, ¿vale?! -- comentó con las piernas a punto de comenzar a temblar por los nervios.

-- Está bien -- dijo el albino aún un poco desconfiado separándose del contrario -- Bueno, sigue tu camino, yo seguiré el mío -- explicó mientras pasaba de lado del mitad oso y estando a punto de entrar por el camino hacia su respectiva casa -- A, y no le cuentes a nadie de esta mina -- pidió mientras se alejaba y su voz se mezclaba con eco.

-- ¡E.e.espera! --