Capítulo 30 - "Su" hermana

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Amelia


No he dejado de pensar en lo de anoche, sumándole el mensaje de hoy:


*Desconocido*

—Ella te vigila, debes irte Amelia.

*Fin del mensaje*


Le pregunté ¿por qué?, pero hubo cero respuestas, y le entiendo, ya sé el porqué, pero no quiero, no me importa, estoy bien aquí y no quiero irme.


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He estado todo el día, inquieta, mirando a todos lados, buscando poder verle, sabía que me seguía, sentía su mirada, pero la buscaba y no la encontraba, y eso me hacía sentirme más ansiosa y nerviosa.

No sabía qué hacer, si hacer caso e irme, o quedarme y atenerme a lo que pase. Lo que, si sabía era que debía de dejar de comportarme paranoica, y más cuando Adam se dio cuenta de mi inquietud.


—¿Qué tienes? —Preguntó él, estábamos en la zona de juegos.

—Nada, ¿por?

—No me mientas Mel, ¿qué pasa?

—Estoy cansada, solo es eso. —Mentí. Al parecer, últimamente, es lo que más hago.

—¿Quieres que te lleve a casa?

—No, no... estoy bien. —No podemos irnos a casa, es peor ir ahí, estará ahí, y no quiero arriesgarme, prefiero estar lejos.

—Vamos a casa, estás muy pálida, trotar no es lo tuyo.

—No es eso, solo no dormí bien, es todo.

—Ven, vamos a la plaza, te compraré un café ¿sí?

—Okey...


Fuimos a la plaza, donde había varias tiendas, cerca de la zona de juegos, y establecimientos de comida, lo esperé mientras él iba a uno de los establecimientos, compró dos cafés, y se sentó a mi lado en una banca.

—Ten. —Me dio el vaso.

—Gracias.

—¿Segura que no quieres ir a casa?

—Estoy bien. —Dije. Tomé del café, el cual no ayudó para nada con mis nervios, porque este hizo que mi dolor de panza, que estaba siendo provocado por los mismos nervios, pasase al siguiente nivel, ganas de vomitar. —Tengo ganas de vomitar. —Dije, antes de pensarlo dos veces.

—¿Estarás enferma?

—No lo sé... me siento mal Adam. —No, no estoy enferma, solo ando nerviosa, porque alguien peligroso, sigue mis pasos, solo es eso Adam.

—Deberíamos ir a casa.

—No quiero...

—Vamos al hospital.

—No. —Negué nuevamente.

—Amelia... ¿qué tienes? —No respondí, en cambio, revisé mi teléfono, me había llegado un mensaje que decía: "¿La plaza? ¿En serio Amelia? Vete". —¿Mel...? —Oí a Adam llamarme con tono preocupado.

—Vamos otro lugar, donde sea. —Sabía que estaba aquí, y me habían advertido, debía irme, ahora.

—¿Segura? —Asentí. —¿Dónde? ¿Alguna idea?

—Vamos a... —No sabía qué decir, porque donde fuese, ella estaría ahí, y no podía verla, pero ella a mí, sí. —A... —Iba a decir un lugar al alzar, pero...

—Amelia. —Oímos a alguien, sabía quién era sin tener que verle, me di la vuelta y la vi.

—¿Qué haces aquí? —Pregunté, sé que debo irme, pero esto es más difícil con la presión de otros.

—Tenemos que hablar. —Respondió, Flor.

—¿Qué pasa? —Oí a Adam a un lado mío.

—¿Cómo estás Adam? —Dijo Flor, observando a Adam con sus llamativos ojos verdes.

—Bien Flor, ¿cómo estás tú?

—¡Esperen! ¿Cómo se conocen ustedes? —Dije. Por un momento entré en pánico, pero mi cerebro empezó a atar cabos sueltos.

—La respuesta la sabes Mel... —Dijo Adam. Mi cabeza empezó a dar vueltas, y comencé a unir cables. Para este punto ya me dolía la cabeza horrible, todo me estaba chocando de la manera más cruel posible. ¿Por qué el mundo juega con mi vida así?

—¿La sabe? —Preguntó Flor.

—Sí... —Dije frotándome la frente. —Se conocen por Andi. —Dije.

—¿Sabes que...? —Ella iba a decir algo, pero Adam le interrumpió:

—Deja que termine, Flor, ella sabe la historia. —Noté un tono diferente, pero no le puse atención.

—Sí... Adam era amigo de Andi, y por eso te conoce, y sabía de mí, porque eran, al parecer, muy buenos amigos. —Flor me miró, de una manera que no supe descifrar, mi cabeza daba vueltas.


La pelirroja se quedó callada unos segundos y mi mente empezó a conectar más cables... ¡Cables estúpidos dejen de conectarse, o conéctense de una vez y no por partes!


—¡Por eso estabas en casa anoche! —Dije. Adam me miró de golpe, ella se paralizó, y mis cables hicieron: ¡Clic! —No estabas ahí por mí, no sabías dónde vivía, estabas en casa por Adam, pero... ¿qué le ibas a decir a él? ¿le ibas a decir lo mismo que a mí o....?

—¿Qué te dijo? —Preguntó él, Flor me hizo señas, que entendí, y mentí como pude.

—Me dijo que quería reunirse con sus amigos del pasado. —Mentí, ella soltó un suspiro ligero, que solo yo presencié.

—¡Ah! Bueno, ¿qué pasa con eso? —Preguntó Adam.

—Fui a tu casa anoche, a hablar con Emma. —Dijo ella. ¿Por? Ni idea, quizás era real, quizás quería hablar con Emma, pero no para reunirse amistosamente, sino, para hablar de: eso...

—Sí. —Asentí. —¿Con quién quieres hablar? —Pregunté, porque a este punto quizás buscaba a Adam, o quizás a mi, o quién sabe, quizás a ambos.

—Contigo. —Me dijo. —Sabes que debes...

—Lo sé, me debo ir. —Completé por ella.

—¿A dónde? —Preguntó Adam. —No estarás pensando en irte a tu casa, ya aclaramos el mal entendido, sabes que no era nada malo Mel.

—No es por eso, es otro asunto, Adam. Y tú... —Señalé a Flor. —Tienes mi número, me escribes, y cuando te pregunto algo, no me respondes, deja de hacerte la misteriosa y responde los mensajes, no tienes porqué seguirme.

—No te seguí Mel, te vi aquí, y decidí tratar de convencerte. —Dijo.

—No tienes que seguir, ya sé todo, y es mi decisión...

—¿De que hablan? —Preguntó Adam.

—De unos asuntos familiares. —Dije. —Solo escríbeme Flor, deja de hacerte la detective y espía ultra secreta.

—Sí ajá, nos vemos. —Se despidió y siguió su camino, Adam tendrá preguntas, y él más que nadie no debe saber las respuestas. Le dolerá lo de su hermana, mejor que lo sepa de primera mano. 

Un Juego Sucio (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora