Capítulo 24 - Cambio de planes, again.

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Amelia

Estábamos en el sofá, no me di cuenta de cuándo me quedé dormida, solo recuerdo haber despertado por un movimiento. Abrí los ojos y vi a Adam moviéndose impaciente, intenté despertarlo, porque se veía asustado y no encontraba qué más hacer.

—¡Adam, Adam! —Lo llamé. Intenté despertarlo agitándolo y llamando con insistencia.

—¿Andrea? —Dijo, aun con los ojos cerrados. Fue casi un susurro, pero era posible oírse con facilidad.

—¡Adam! —Lo volví a llamar, y despertó de un brinco que me sobresaltó por un segundo.

—¿Qué? ¿qué pasó?

—Tenías una pesadilla, con... —Dudé en decirlo, pero lo dije de todas formas. La duda me impedía ser capaz de guardarme lo que había visto y escuchado. —¿Andrea? —Dije al final, con un tono de duda.

—¿Dónde estoy? —Dijo él, al parecer desorientado.

—Estamos en el apartamento, Adam... ¿estás bien? —Dije. Y con mi pulgar sequé una lagrima. Tomó mi muñeca, y dijo:

—Si supieras... es un tormento... —¿A qué se refiere?

—Cuando quieras, puedes hablar conmigo, Adam. —Le dije, de verdad traté de ser sincera aunque en mi voz no se notara.

—Está bien. —Quité mi mano de su rostro. —¿Qué hora es? —Dijo.

—Son las 8 de la mañana. —Comprobé al ver mi celular.

—Deberíamos irnos a casa, para ponernos cómodos allá. —Se que puede sonar loco, pero todo esto me pareció como si tratara de esquivar el posible tema de conversación.

—De acuerdo, déjame buscar mis cosas.

—Te espero. —Dijo, fui por mis cosas a la habitación donde me había quedado a dormir, traté de ser rápida, y volví a donde él estaba.

—Ya estoy. —Dije parándome frente a él. —¿Nos vamos?

—Sí. —Sonó su teléfono, él dirigió su mirada instintivamente a la pantalla. —Es mamá. -Dijo después de comprobar quién era.

—Coge la llamada, estaré afuera, tomando aire.

—Okey... —Salí al estacionamiento, y me quedé mirando el mar, había mucho viento, uno muy fresco, que me hacía sentir melancólica.


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—Cambio de planes. —Dijo él, me voltee para verle. No había tardado mucho en regresar, y ya había salido sin hacer mucho ruido, por lo que no me percaté  cuándo había salido.

—¿Por qué no me sorprende? —Dije, siempre cambia los planes, creo que me he acostumbrado.

—Ni idea... —Se hiso el desentendido.

—Ahora que me fijo... 

—¿Sí?

—Sí te ves rudo... con la marca en la ceja. —Me aguanté la risa, sabía que a él no le gustaba la cicatriz, y esa fue una forma de vengarme por siempre cambiar mis planes al último momento.

—Ja... Ja... ja... muy graciosa. Sube al auto. —Dijo malhumorado, diría que de repente, pero su mal humor se puede considerar "justificable".

—Sí señor... —Me quejé. Y subí al auto. —¿A dónde vamos?

—A la tienda. Nos quedaremos en este apartamento, porque en casa no hay nadie, y no tengo llaves.

Un Juego Sucio (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora