Capítulo 23 - Pesadillas

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Adam (punto de vista)


Hay cosas que no le puedo decir, cosas que, si llega a saber, me odiaría, cosas que cambiarían la forma en que me ve. Ahora, ella piensa que fui amigo de Andrea, pero cuando sepa que no fue así.

¿Y si lo fuera? Y si Andrea fuese mi amiga, si fuera eso, si así fuese el mundo: al haber conocido a Mel, la vería como amiga, y pudiésemos ser algo más. Porque cada segundo que he de pasar con ella, me gusta más. Pero me restrinjo de esos sentimientos porque al verla hacer esas cosas que, hacía Andrea, mi mente viaja a esos tiempos, y dejo de ver a Mel, y en su lugar veo a: Andrea.


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—Respira... estas hiperventilando. —Dijo tomando mi mano. El simple acto me dio un golpe llevándome a la realidad.

—Lo sé, lo siento. —Dije controlando mi respiración.

—Tranquilo... no debes de sentirte así, solo sigue siendo tú, eres increíble, no te he visto cometiendo los mismos errores, con el tiempo Emma lo verá. Solo dale tiempo para que confíe en ti. —No pude evitar sentir que esas palabras significaron mucho más que un consuelo, creo que las necesitaba más de lo que quisiese admitir.

—Necesitaba oír eso. —Dije sinceramente, ella cada vez me sorprende más.

—Y cuando quieras hablar, de lo que sea que fue el detónate, me tienes aquí. —Pronto lo sabrás... lo juro. Es una promesa para mí, como para ella.

—Gracias Mel.

—Está bien... —Quitó su mano. —¿Quieres irte? ¿nos vamos?

—Sí está bien, déjame pagar la cuenta.

—Me negaría, pero no traigo dinero. —No pude evitar reír al ver la cara de seriedad que puso asintiendo.

—Eres todo un caso. —Un caso que alegra mucho a esta persona. Pero no se lo diría.

—Un caso comelón, y no lo niego.

—¿Llevamos algo más, o todo bien?

—Llevemos donas. —Sonrió. Pues sí es un caso comelón.

—Claro. —Le dediqué una sonrisa.


Pagué la cuenta, y llevamos donas, decidimos ir al apartamento, porque estábamos cerca, y no había nadie en casa. Y pues... ayer olvidé las llaves de la casa.

El camino al apartamento fue silencioso, no hablamos nada, solo escuchamos música y nos limitamos a ver hacia delante. Pero, a pesar de eso, no fue incomodo, para nada.


—¿Tú recogiste todo? —Dijo ella. Ya habíamos llegado y al parecer se acababa de dar cuenta de algo que no vio anteriormente. 

—Sí, ¿ahora es que te das cuenta?

—No es por nada, pero el dolor de cabeza que tenía, no me dejaba ni analizar.

—Bueno... ¿donas?

—No iba a esperar que preguntaras. —Nos sentamos, en el sofá, uno al lado del otro, a comer las donas. En silencio, no era incomodo, nos quedamos viendo el mar desde la comodidad del sofá.


Pasados unos minutos, sentí algo en mi hombro, giré mi rostro con cuidado y vi a Amelia, estaba dormida, al parecer el cansancio la venció.

Un Juego Sucio (Completa)Where stories live. Discover now