Capítulo 28.

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Capítulo 28.

Febrero, 2028.

Hace dos horas que Eva me ha mandado el último mensaje antes de montarse en el avión. Me ha costado casi la vida entera poder dejarla ir, despegarme de su cuerpo esta mañana, liberarla de mis brazos aunque sabía que es lo que tenía que hacer.
Después de que se despertase asustada, agitada y con el pánico saliendo por cada poro de su piel no quise hacer otra cosa que protegerla para que dejase de sentir miedo.
Le dije que la quería, no lo planeé pero me salió así, no pude retener esas palabras ni ese lado gilipollas que solo sale a la luz cuando ella está cerca de mí.

La hice sonreír y eso es lo que más llenó mi pecho, más que los besos y gemidos que compartimos horas antes.

Suspiro revolviendo mi pelo. Ya la echo de menos.
Niego con la cabeza porque necesito apartar esos pensamientos de mí, necesito estar centrado en lo que voy a hacer.
Aprieto con cuidado mi mano debajo de la escayola nunca he golpeado con esto puesto y hoy va a ser la primera vez.
Tiro el cigarro que sostengo entre los labios al suelo y lo piso para apagarlo cuando veo como la persona a la que venía buscando sale de un edificio solo a unos metros de mí. Saca más llaves de una furgoneta que no es la misma que me atropelló y avanzo rápido hasta él antes de que consiga montarse.
Con el puño cerrado y el yeso golpeo en su cabeza con fuerza, intentando dejarlo aturdido así.

Aprieto los dientes y la mandíbula para reprimir el alarido de dolor que nace desde lo más profundo de mi garganta y que parece rajar mi piel con agujas muy finas.
Marco dobla una rodilla y es mi oportunidad para tirar de su cuerpo y llevarlo hasta la parte trasera de la furgoneta, meterlo ahí y cerrar la puerta.
Miro a ambos lados esperando que nadie me haya visto, aunque no todo me iba a salir bien.
Una señora mayor paseando con su perro blanco me mira con los ojos abiertos.
Llevo mi dedo a los labios para pedirle que guarde silencio, cojo las llaves del suelo y arranco la furgoneta, saliendo con prisas de ahí.

Necesito respuestas, necesito debería quien está detrás de estos mensajes y solo me viene a la cabeza él.
Conduzco hasta la casa de mis padres, solo voy a entrar al garaje, no soy capaz de subir hasta donde hacíamos vida, porque en esa casa ya no queda nada de eso.
Un maldito accidente de coche me lo arrebató y no he podido volver a juntar esas piezas que me duelen todavía demasiado como para atreverme a sacarlas del cajón dentro de mi maltrecho corazón donde las tengo guardadas con llave.

He conseguido que Eva vaya a ese viaje, que se aleje de Marco, y ahora quiero respuestas.
Saber por qué ha vuelto, por qué ha salido de la cárcel tan pronto, qué es lo que pretende estando tan cerca de ella.

"-Estás jugando con fuego."

Frunzo el ceño al ver ese mensaje en mi teléfono.
¿Va a seguir con ese juego incluso estando en el mismo vehículo?

Acelero, saltándome un semáforo en rojo y haciendo que tres coches tengan que frenar para no acabar impactando contra mí.

Anoche pude ver en los ojos de Eva todo el miedo que no pudo ocultar, todos esos recuerdos que no me ha querido contar pero que yo sé que existen.
La forma en la que acariciaba su cicatriz, la que tiene en el costado, sus dedos temblando, su cuerpo en tensión, la respiración acelerada...

Maldito hijo de puta que tenía por mejor amigo.

Abro con el pequeño mando la puerta abatible del garaje de casa de mis padres.
Hace tiempo que no vengo aquí, que ni siquiera era capaz de pasar por delante de la casa.
Y ahora, aquí estoy, todo para poder acabar con las amenazas y traer un poco de paz a su vida y a la mía.

Bajo de la furgoneta, cierro los ojos unos segundos sintiendo como esta casa ha dejado de pertenecerme hace mucho tiempo, que el Hugo que vivió aquí también murió en ese accidente en el que no estuve.
Cierro la puerta que da a la casa, que aprieta en mi estómago por la posibilidad de entrar.
No voy a hacerlo, no quiero hacerlo.

Frenesí On viuen les histories. Descobreix ara