Capítulo 19.

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Capítulo 19.

Enero, 2028.

-Vamos, sube, hace tiempo que no te quedas en mi casa...
-No puedo Diana. -Es la cuarta vez que le digo que no en menos de diez minutos. Insiste en que suba, en que esta noche duerma con ella. Suspiro cuando abre la puerta de su portal sin decirme nada y entra, perdiéndose ante mis ojos.- ¡Espera! ¿Estás enfadada? -Camino hasta alcanzarla justo cuando pulsa el botón para llamar al ascensor.-
-Me gustas mucho Hugo, lo sabes. Quiero pasar más tiempo contigo y pasa más tiempo ese amigo de Eva que tú en mi piso.

Frunzo el ceño, ¿Un amigo de Eva? El investigador privado no me informó de nada de eso y no he observado a nadie nuevo en su vida, cuando la veo en el gimnasio y también en el trabajo todos los días.
No quise darle importancia a que estuviese enganchada al teléfono cada vez que le sonaba, y parece que sí que era importante.

-¿Qué amigo?
-Marco creo que se llama.

Mi corazón se para un instante al escuchar ese nombre.
Pueden haber miles de tíos que se llamen así, ¿No?
No tiene por qué ser él.
No tiene por qué ser el hermano de Gabriel.

No puede ser, porque él está en la cárcel y no saldrá hasta mediados de febrero.
Tengo varios guardias que me informan de sus pasos y hasta la semana pasada me aseguraron que estaba en su celda.
Paso los dedos por mi pelo, nervioso, sin saber muy bien que hacer.
No estoy del todo convencido con dejar a Rúa sola en mi piso, la recaída que tuvo ha hecho que el proceso se reinicie desde el principio, que vuelvan los temblores por el mono y la desesperación por conseguir algo que la coloque de nuevo.

-Déjame hacer una llamada. -Me separo de ella unos metros y marco el número de Fede. Si yo voy a quedarme en casa de Diana, en su apartamento, necesito que Rúa siga vigilada para que el cabrón de Pol no vuelva a pisar mi piso.- Fede, ¿Puedes hacerme un favor?
-¿Qué pasa?
-¿Puedes llevarte a Rúa a tu casa hoy? No voy a dormir en mi piso y no me fio de dejarla sola.
-Claro, no hay problema. Pásate mañana temprano por el gimnasio, tengo que hablar contigo.

Colgamos con una solución y un problema más en mi vida.
Fede se llevará a su hija esta noche pero yo tendré que dormir bajo el mismo techo que Eva sin poder tocarla.
Esta noche va a ser una auténtica locura y no estoy seguro de poder superarla.

Siento como unos brazos me rodean la cintura y me abrazan por la espalda. No es el olor que espero pero es al que me tengo que acostumbrar.
Diana es una chica increíble, pero no es a quien quiero ver todos los días al despertar.
Me doy la vuelta para besar sus labios fugazmente mientras tira de mí hacia el ascensor.
Suspiro justo antes de que ella abra la puerta y el ruido de la televisión me diga que hay alguien más en la casa.
Rezo a todo lo que se me ocurre sin acordarme de ninguna oración para que solo esté ella o que ese Marco sea otro totalmente distinto al que está en mis pensamientos.

Me dejó arrastrar hasta el salón, donde Eva sentada en el sofá gira la cabeza para mirarnos y su mirada se queda fija en la mía.
Me interroga para saber que hago aquí, porque hasta ella es consciente de que hago todo lo posible por mi venir, por no verla más de lo que ya lo hago en el trabajo y en el  gimnasio.
Huyo del juego que ella ha iniciado y en el que yo voy perdiendo descaradamente.
Una sonrisa aparece en sus labios y llega hasta el azul de sus ojos, que brillan un segundo haciéndome sentir un incómodo cosquilleo en el estómago que me obliga a morder mi labio y posteriormente llevar mis uñas hasta mis dientes.

-Hugo se queda a dormir hoy. -No hemos dicho aún nada de ser novios, aunque Diana ya lo proclama a los cuatro vientos. Yo no la contradigo pero tampoco se lo niego. Se supone que tengo que serlo para que sea Eva quien experimente lo que yo sentí mientras estaba con Gabriel, ¿No?-
-Perfecto.

Frenesí Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz