Capítulo 18.

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Capítulo 18.

Enero, 2028.

El despertador suena anunciando que son las siete de la mañana y sin ni siquiera abrir los ojos maldigo por dentro el momento en el que se me ocurrió esta parte del plan.
Golpear al profesor de educación física para poder ocupar su puesto durante tres meses gracias a los contactos de los que disfrutaba Gabriel.
Todos esos favores que él se quedó sin cobrar, los estoy usando yo para poder llevar a cabo la venganza que le prometí.

Suspiro antes de deslizar el dedo por la pantalla y apagar la alarma.
Abro los ojos, clavándolos en el techo blanco de mi habitación, solo quiero rodar por la cama y no hacer caso a ese estúpido trabajo que me va a hacer madrugar todos los días.

La cara de Eva aparece delante de mis ojos, haciéndome recordar que también voy a verla todos los días, sin saber si eso es bueno o no.
No he sido capaz de mirarla a la cara desde que se fue de mi casa enfadada porque le había regalado el viaje que siempre quiso.

Después de ese "Te odio, Hugo", mi cabeza dio un vuelco. Había salido victoriosa, Eva me odiaba y esa era una de las metas que quería conseguir. Hacer que me odiase para que al final de mi venganza tuviera que rendirse ante mí, suplicarme que parase porque nadie más podría hacerlo.
Pero inexplicablemente me había dolido demasiado escucharlo de sus labios, quizá fue por el fuego peleándose con el mar de sus ojos mientras me miraba, o por los cuchillos que lanzaban sin cuidado su voz al pronunciar aquellas palabras, pero me dolió demasiado.
Aún sigo sintiendo ese pinchazo en el pecho cuando vuelvo a ese momento, por eso trato de evitar volver ahí.
Por eso no he podido mirarla a los ojos de nuevo, quizá siento un poco de miedo al mirarlos y descubrir que sigue ese fuego ahí, o quizá que no está y no me odia de verdad.

Cualquiera de las dos situaciones no es la que tendría que ser.
Y ya no sé ni que hacer.

Me levanto despacio, queriendo parar el tiempo y dar marcha atrás, llegar hasta el día en el que Gabriel fue a casa de sus padres para hacer aquel proyecto.

"-Hugo, ¿Por qué no vas tú? Aquí están los planos, me has visto diseñarlos y alguna idea es tuya.
-El arquitecto eres tú.
-Y quiero que tú también lo seas, venga, hazme este favor.

Niego con la cabeza, cogiendo el casco de mi moto para salir por la puerta.
Ignorando las palabras de Gabriel, ignorando de nuevo la oportunidad de entrar en su mundo, en su equipo, en su negocio. Ignorando la oportunidad de cambiar de vida, dejar las peleas y centrarme en algo de verdad.

El problema viene cuando mi cabeza me dice que lo que hago ahora, es lo que debo hacer, que no tengo por qué ir a casa de los Barreiros a presentar ningún proyecto porque yo no soy de ponerme traje y corbata.
Que lo mío es contestarle a la chica de turno que la recojo en diez minutos y echar un buen polvo antes de dejar ko al imbécil que se quiera enfrentar a mí esta noche."

Es la peor decisión que tomé en mi vida. Ni el polvo de esa noche, ni la pelea, ni miles iguales podrían compararse a lo que podría tener ahora.
Quizá hubiese sido yo quién se hubiese casado con Eva, quizá dormiríamos en la misma cama y viviríamos juntos.
Quizá hasta tuviéramos algún bebé.

Pero no era mi tiempo, no era mi lugar.
Mi lugar no está junto a ella, ni diseñando un futuro más allá del paso que voy dando.
Despacio me deshago de las sábanas y pongo los pies descalzos en el suelo, camino hasta la ducha y dejo que el agua caiga, que el vaho inunde el espejo y mi pijama se quede en un lado arrinconado en el suelo.
Mis pensamientos sin embargo me acompañan y mis nervios por saber que la voz a tener de nuevo delante hacen que se me erice la piel.

Frenesí Where stories live. Discover now