Our beloved home 【Taekook】

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- Cielo- Jimin sintió unos brazos a cada lado de su cintura, aprisionándole contra el mueble sin ejercer el mínimo contacto- ¿Cuál es la razón de tu evasión a mi persona? ¿Erré al creer que ese fulgor cautivador entre nosotros era mutuo?

El beta debía jugar bien sus cartas, Yoongi representaba su muerte y su renacimiento. Solo él podría saber que su identidad era falsa, y en su interior estaba seguro de que ya sospechaba, mas su interés en él podría darle una segunda oportunidad de permanecer por más tiempo en el casal. Entregarse sería un error garrafal, pues su atractivo y eso que nombraba "fulgor" se esfumaría una vez quedara satisfecho carnalmente.

Los alfas encontraban en los retos pruebas de valía, y un fantasma que parecía haber conseguido siempre lo que quisiera no abandonaría fácilmente la batalla. Tenía dinero y había robado comida en caso de emergencia, pero su plan era una estrategia a largo plazo. 

Pasar el invierno, ese era su objetivo.

- Mi señor, me temo que... no soy capaz de estar en su presencia sin quedar en evidencia- por desgracia sus palabras no eran mentira, ese hombre era probablemente el más hermoso que había conocido y conocería en su vida. Su voz áspera era una caricia y su galantería le avasallaba.

- ¿No sería preciso trabajar en eso, entonces?- le sopló tras la oreja provocando que su vello se erizara- Busque mi compañía, y verá que el roce hace el cariño. Aunque, es mi responsabilidad advertirle que el matrimonio no es una preferencia en mi futuro.

- Ni en el mío- usar el dinero de los Jeon en su dote había sido una idea pasajera, al final, recordando su posición y su pasado, pensó en utilizarlo para otros propósitos.

- ¿Qué hace que un doncel en la flor de la vida rechace las nupcias?

- ¿Qué hace que un noble pierda la cabeza?- Yoongi se deleitó con su tenaz carácter, un poco de presión y su verdadera personalidad surgía.

- ¿Deseas saber cómo morí? ¿O cómo me asesinaron, mejor dicho?- Jimin asintió, curioso y atemorizado a partes iguales. Estaba tratando con un fantasma por el amor de Dios.

- Por la broma de mal gusto que hizo aquella vez, es de suponer que el señor Seokjin murió en la hoguera por bujo durante la inquisición, ¿a usted le deparó el mismo destino? No parece tan diestro como él- el alfa le guió al sofá canapé.

- Eso es porque no lo soy, Seokjin no solo es hábil, su instinto le ha llevado a crear muchas recetas por sí mismo. Yo jamás estaría a su altura- su honesta admiración y respeto por un omega le sorprendió gratamente, siendo algo sumamente extraño en el mundo en el que vivían- Yo era un abad.

- ¡Imposible!- el eclesiástico soltó una carcajada por su cruda reacción.

- En mi corazón lo sigo siendo- se palpó el pecho del que no salía latido alguno- Mi monasterio ocultó por años a los perseguidos de la inquisición, protegimos los libros de las quemas masivas y defendimos la palabra de Dios ante esas barbaries. Provenía de una familia ilustre de la aristocracia, usando mi herencia, logré ser involuntariamente una amenaza para esas bestias- una fuerza azul resaltó en sus venas- Todavía no existía la maravillosa guillotina, el corte no fue del todo limpio- bromeó acariciándose el cuello- ¿Sabías? A los nobles se les corta la cabeza y a los plebeyos los cuelgan en la plaza pública. Tuve suerte.

- ¿Ejerciste tu venganza? ¿Atormentaste a tu verdugo?- le preguntó conmocionado, inclinándose hacia él inconscientemente.

- Oh, definitivamente ganas no me faltaban. Sin embargo, conocí a Namjoon, un alfa desesperado por salvar a su omega. La gracia del Señor me iluminó mostrándome el camino, le acompañé en silencio y transparencia, mi cuerpo obtuvo facultades durante su desdicha, en unos meses fui capaz de sentir texturas y en un año logré tocar. 

> En un acto ingenuo, conmovido por su empeño, creí que si me esforzaba lo suficiente podría salvar a una persona más antes de partir. Al final, irremediablemente, quemaron a Seokjin por hechicería... No ayudó que mi querido amigo omega les maldijera en todas las lenguas posibles y de todas las formas posibles, prometiéndoles que maldeciría a los hijos de sus hijos y que ningún pecador quedaría vivo una vez la antorcha se apagara.

- ¿Y qué sucedió después?- Jimin observó a la lejanía a la pareja en la cocina, conversando tranquilamente en los brazos del otro.

- La maldición se cumplió, una mala cosecha, acompañada de un duro invierno, mató a dos tercios del pueblo, las calles apestaban a muerte. Namjoon quedó inafectado, las frutas en su huerto crecieron coloridas y sus vacas y cerdos engordaron por arte de magia. En su hogar, incluso sin hacer fuego, hacía calor. El hechizo fue hecho en vida por lo que no contó como venganza, Seokjin podría aprovechar e incrementar el castigo, mas estaba demasiado preocupado porque su magia perjudicara a su marido. 

> Le vigiló de cerca a mi lado, juntos vimos cómo los inquisidores se lo llevaban para interrogarle. Es curioso que, el rencor de mi querido amigo alfa no nació de su propia tortura, eso solo fue el detonante. Al tomar forma incorpórea se volvió loco de rabia, ansioso por ajustar cuentas, su omega tardó semanas en convencerlo de dejarlo estar. Pierde la batalla, gana la guerra.

- ¿Nunca pensaron en ir al Cielo? Si les dieron la oportunidad de hacer justicia, debe ser porque les juzgaron como justos- Yoongi se encogió de hombros.

- Claro que la tentación nos surgió en varias ocasiones, pero, irónicamente, nos encariñamos del mundo que nos lo arrebató todo. Tú deberías entenderlo- el beta ladeó la cabeza, pillado con la guardia baja.

- ¿Disculpe?

- Arreglé el piano el día en que regresé- le arrulló la barbilla, encontrando su estupor adorable- No es difícil de imaginar cual es tu situación real para tener que recurrir a esto, además, una piel maltratada a una edad tan joven, unos ojos que no se pierden detalle, la forma en la que comes a pesar de estar lleno...

- ¿Me echarás?- Jimin estrujó sus faldas, sintiéndose indefenso y mísero. Sucio. Una pelusa de polvo que era barrida al exterior.

- ¿Crees que soy la clase de persona que haría eso?- el beta negó sincero, este hombre había sacrificado su vida por ayudar a desfavorecidos- Quédate, mas no les digas la verdad a los demás. Quiero saber cuanto tiempo tardan en darse cuenta- le guiñó pícaro, desapareciendo ante sus ojos.

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