Our beloved home 【Taekook】

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- ¿Qué trajinan?- Jimin y Taehyung regresaron de jugar con Gureum en el exterior, curiosos al ver a los tres fantasmas en la cocina juntos.

- Jungkook entró en celo- les respondió Namjoon, alcanzándole a su esposo tres tazas grandes y un cuenco.

- Infusión de albahaca- Yoongi vertió en la primera el líquido verde bajo las órdenes del mayordomo- Té de jengibre y limón- la segunda se colmó de amarillo- Canela en leche- y la última, del color del ámbar. Seokjin dejó el brócoli aderezado con aceite de onagra en el cuenco- Esto debería bastar- levantó la bandeja y se dirigió al cuarto de su hijo.

- ¡Un momento!- el rubio le siguió inquieto- ¿Qué va a hacer?- el espíritu le observó obvio.

- Acompañarle en su celo.

Era costumbre que cuando un doncel soltero estuviera en su calor, otro de la familia le asistiera cuidando de su salud y protegiéndole de visitas no deseadas. Un omega no emparejado, usualmente, no solía sentir nada más que un dolor insoportable durante esos tres días, por lo que era normal que el compañero en cuestión fuera un progenitor en los primeros años.

- ¿Podría ocuparme yo?- agarró los remedios, sonriendo apenado- Déjeme asistir a mi benefactor.

- Pero-

- Estoy en deuda con el señor de esta casa, y aunque soy consciente de que jamás seré capaz de pagar por todo lo que ha hecho por mí, me gustaría ayudarle en lo posible. ¡Muchas gracias!- se adentró en el dormitorio apresurado.

El sirviente regresó al piso de abajo fastidiado.

- ¿Cariño?- el brujo se apoyó en la mesa de madera haciendo un puchero molesto.

- Taehyung le auxiliará- el beta se atragantó con su propia saliva- Supongo que es lo más adecuado, él está vivo, comprenderá sus necesidades mejor- Jimin se tapó la cara avergonzado, intentando no malpensar y fallando. Esos señoritos, para ser nobles y burgueses, son igual de pervertidos e indecentes que los mozos de los arrabales.

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- ¿Jungkookie? ¿Cómo te encuentras?- el bulto bajo las mantas se retorció.

- Siento que cien sables me atraviesan el estómago- murmuró quejoso.

- Oh, mi pobre bebé~- le abrazó dándole mimos mientras potenciaba su olor a jazmín, esperando que eso le aliviara. Sin embargo, los ojos negros tomaron un brillo distinto al ser rodeado por esa nube de feromonas, su cuerpo comenzó a arder- ¿Conejito?- un aroma dulzón emanó de su piel, clamándole. El rubio tragó duro- ¿Kookie?

- Calor- exhaló el omega, apretando las piernas en un impulso- ...D-duele.

- ¿Qué duele?- agarró la mano atezada y la llevó a su entrepierna desesperado, el lubricante y el presemen mojándola al instante- ¿Quieres que... lo probemos?- asintió enajenado, cerrando los párpados en una mueca desconsolada- De acuerdo, hum- le destapó delicadamente, quitándole el camisón y los pantalones de algodón empapados- Siéntate a la orilla de la cama, amor. 

Se arrodilló en el suelo, el pelinegro frente a él brillando por el sudor, su pene goteando contra la curva natural de su vientre. Jungkook poseía una constitución gruesa, propia de su clase social. Armándose de valor, llenó su boca de saliva y tomó el sexo entre sus labios, succionándolo segundos después. El joven, que jamás había soportado un placer de ese calibre, se corrió en un gemido lastimoso. Taehyung apoyó las manos en los voluptuosos muslos, satisfecho con su reacción, orgulloso de haberle dado por fin su merecido orgasmo. 

En su interior, le frustraba de sobremanera que su anatomía pudiera complacer a los alfas mas no a su amado, ahora, su omega temblaba indefenso por él. Regresó a la extensión que, gracias al celo, no había tardado en enrojecerse de nuevo, demandando atención. Esparció el semen por el falo volviéndolo resbaladizo y lo introdujo gustoso, decidido a tragar la mayor extensión posible.

- Cuidado- el pelinegro acunó su nuca al escuchar la primera arcada- No te fuerces.

- Debo practicar, conejito- le contestó lujurioso, animado por las evidentes respuestas de gozo a sus acciones, su pecho hecho un desastre por las numerosas veces en las que el menor había alcanzado el clímax, salpicándole entero- ¿Intentamos lo otro?- el doncel en calor no era capaz de negarle nada, sentía que estaba a punto de desmayarse e igualmente deseaba que su pareja continuara jugando con su cuerpo.

- Soy tuyo- se dejó hacer en sus brazos, hundiendo la cara en la almohada y arqueando la espalda, el noble le abrió la piernas flexionadas- Soy tuyo- suspiró de impaciencia cuando amasaron sus nalgas, algo que no creyó nunca que pudiera darle tal placer- Y tú eres mío.

- Lo soy- Taehyung besó los hoyuelos de Venus, el lubricante natural volviéndole loco- Soy tuyo- tentando, lamió el almíbar. Jungkook apretó las sábanas. Su sinhueso se adentró en el anillo pulsante.

- Joder- recibió un azote.

- Kookie~, los donceles no dicen groserías- le corrigió desvergonzado, regresando a la hipersensible piel rosada, el omega en celo se sacudió en oleadas de libido. Mordiendo su propia mano para evitar gritar.

Sobrepasando sus límites, cayó al colchón deshuesado, sus músculos demasiado temblorosos como para sostenerle. La humedad de su piel le provocaba escalofríos, su parte baja era un sucio caos.

- ¿Deseas descansar?- se tumbó a su lado acariciándole la espalda.

- S-sí- se arrastró hasta reposar la frente sudorosa en su hombro, el rubio notó su todavía insaciable erección, sonrió en lástima.

- Duerme entonces- guio sus dedos a la entrada ajena, haciéndose paso sin dificultad, palpó las paredes resbaladizas y, finalmente, encontró ese cúmulo de nervios.

- ¡Ahh!

- Shhh, tranquilo- le masturbó pausadamente, presionando ese botón mágico, sonriendo al sentir las gotas ardientes deslizándose por su cadera

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- ¿Qué haces aquí?- Jimin le dio una mirada ojerosa.

- No podía dormir- se había encontrado a Yoongi en el pasillo que daba a las habitaciones del servicio.

- ¿Por qué?- porque tu hijo no conoce la decencia.

- Hacía frío.

- Jungkook nunca se quejó del frío en el segundo piso- porque no le falta compañía que le ponga caliente.

- Será un problema de mi cuerpo... Había tres cuartos, ¿no?

- Sí, en teoría.

- ¿Cómo en teoría?- el fantasma le abrió la puerta al tercer dormitorio, era un espacio completamente abandonado, el polvo era del grosor de un dedo.

- No lo hemos limpiado en unas buenas décadas- el beta lloriqueó.

- Me voy a dormir con Gureum.

- No digas tonterías, ve a mi habitación, dormiré yo aquí- se desvaneció dejándole con las palabras en la boca, la puerta cerrándose "sola" al segundo siguiente le hizo dar un respingo.

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