Our beloved home 【Taekook】

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Yoongi tocaba el piano con la alegría de un niño en su cumpleaños y la destreza de un viejo maestro, sus manos se deslizaban elegantes por las teclas, dotando al casal de un ambiente ameno y agradable.

- ¡Taehyungie!- el rubio apartó la mirada del tablero- ¡Canta algo!

- ¿No ves que están jugando?- le regañó Namjoon por desconcentrarle.

- ¿Vas a cantar tú entonces?- el pelirrojo hizo su último movimiento.

- Jaque mate, su excelencia- Jimin se asomó a la sala machacando en un cuenco las hiervas secas que le había encomendado el brujo.

- ¿Taehyungie va a cantar?

- Conozco un par de canciones- admitió el noble- Sin embargo, mis institutrices dicen que mi voz es demasiado grave y por lo tanto no propia de un omega. Me aconsejaron que, pese a no desafinar o desentonar, cerrara la boca.

- Tus institutrices se quedarán calvas- Seokjin no esperó que su comentario fuera escuchado desde la cocina, los alfas le observaron temerosos- ¡No todo lo que expreso se convierte en maldición! ¡No soy tan poderoso!- tiró una guindilla al suelo y la pisó tres veces- Pero ahora sí.

- Canta por favor, posees una voz bonita- el omega se dejó convencer por las palabras del músico.

- De acuerdo- una melodía lenta comenzó en las octavas de la izquierda.

A la sala del crimen llevé tus ojos, 

porque son dos ladrones, facinerosos. 

Y cuando entraron 

se ha quejado el regente, que lo robaron. 

Con los ojos del alma, te estoy mirando, 

y con los de la cara, disimulando. 

Que este es el modo de que nuestro cariño se oculte a todos. 

¿Sabes que es lo que quiero, más que a mi vida? 

Jungkook bajó las escaleras acompañando a su cliente, el contacto fue inmediato.

Pues son tus ojos negros, que me asesinan. 

He de mirarte, 

y con tal que me mires, aunque me mates. 

No me mires, que miran que nos miramos,

miremos la manera de no mirarnos. 

No nos miremos. 

Y cuando no nos miren, nos miraremos. 

Si mis ojos te ofenden, yo te prometo 

porque no te molesten, amarte ciego. 

El pintor correspondió su sonrisa cómplice, fingiendo que era provocada por la conversación que mantenía con la omega prometida en el pasillo, sus orejas pálidas se ruborizaron.

Mas te suplico, 

que en tal lance me sirvas de lazarillo.