✿ Capítulo 18 ✿

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¡Ya comenzaban las tonterías!

—Y si así es, ¿qué pasa? ¡Puedo hacer lo que me dé la gana! —alcé la voz.

—¡No puedes hacer lo que quieras! No ahora que tienes una responsabilidad conmigo y con tu hijo.

—¡Vete a la mierda! —grité, perdiendo el control.

—Lucho Villarreal, si no vienes a tu casa ahora mismo, ¡armaré todo un escándalo aquí, de lo cual te vas a arrepentir después! —exclamó llorando a través del teléfono—. Y si estás con otra mujer, será mejor que te vayas librando de ella, porque ten por seguro que te haré la vida imposible... ¡A ti y a esa perra! ¿Entendiste, maldito?

Corté la llamada y apagué mi celular.

¡Me sacaba de mis casillas! Sus amenazas, sus celos, el creer que podía controlarme... ¡Me tenía desesperado!

Ya estaba traspasando mucho la línea. ¿Hacer un escándalo? ¡Mi madre se moriría si lo hacía! Odiaba ese tipo de escenas, siempre había sido muy reservada y criticaba a la gente que ventilaba sus problemas en público. ¿Cómo reaccionaría si veía a mi ex haciendo lo mismo frente a nuestra casa?

Y eso no era lo peor. Diana estaba comenzando a sospechar que tenía a otra mujer a mi lado. ¿De qué sería capaz si se llegaba a enterar de que yo estaba con Margarita? ¡Carajo!

Tenía que regresar a mi casa, calmarla para que no se atreviera a cumplir con sus amenazas y hacerle creer que no tenía a ninguna mujer a mi lado. ¡Por mi bien, por el de mi familia y, sobre todo, por el de Margarita!

Cuando regresé a la sala para dar por terminada mi velada con mi novia, la encontré ahí, echada en el sofá y durmiendo de manera plácida. ¡Qué tranquila se la veía y cuánta paz transmitía, tan distinta a toda la mierda que tenía que enfrentar!

Solo atiné a volverla a vestir. Fui donde su dormitorio para traer una cobija para arroparla para que no le diera frío. Al regresar a la sala y querer acercarme donde ella, Napoleón, con el cual había descargado antes mi rabia, estaba sentado a su lado y me empezó a gruñir.

—No le voy a hacer daño, perro feo.

Pero, seguía enseñándome los dientes de forma amenazadora, como un fiel guardián que defendía un tesoro infranqueable. Resuelto a no dejarme vencer, me acerqué donde Margarita, haciendo caso omiso a las amenazas de su mascota. Como si este comprendiera que mis intenciones no eran malas, solo se alejó de nuestro lado y se fue gruñendo hacia otro lado.

‹‹Así está mejor››.

Luego de colocar la colcha encima de ella, le di un beso en la boca.

—Siempre cuidaré de ti, Margarita —murmuré en su oído derecho.

Quería quedarme en su casa, si fuera posible toda esa noche, esperar a que se le pasaran los efectos de la borrachera y seguir lo que habíamos dejado pendiente, pero ahora ya del modo correcto, con su consentimiento y entrega total. Ansiaba dormir a su lado, olvidarme de todo lo que me atormentaba y ser feliz con ella, solo con ella. Pero no podía hacerlo.

Dios, ¿por qué las cosas eran tan difíciles para nosotros? ¿Por qué ahora, que quería ser feliz, no podía serlo del todo? ¡Mierda!

Cogí un papel y un lapicero que encontré encima de uno de los muebles de la sala. Ahí le dejé escrito que me tenía que ir porque me reclamaban en mi casa, para que no se preocupara si no me veía a su lado cuando se despertara.

Poco antes de retirarme, cuando abrí el pestillo de la puerta de entrada del departamento, Napoleón me siguió. Ahora no me gruñía. Solo me observaba con unos ojos indescifrables. Finalmente, se me acercó y me lamió de manera tímida los zapatos.

Decídete, Margarita [Saga Margarita 1] ✓ - [GRATIS]Where stories live. Discover now