❛ QUEEN BEE ❜ ❝el síndrome de la abeja reina nunca cobró tanta vida y tuvo tanto sentido hasta que él la conoció a ella.❞
Kim TaeHyung es el Capitán de
la Unidad de Inteligencia del De-
partamento de Policía de Seoul y
a quien se le asigna el...
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queen bee capítulo seis
TAEHYUNG SUPO, por la expresión de claro enojo y desconcierto en su jefe, que HoSeok no estaba para nada contento con lo sucedido en el cumpleaños de la amiga de HaNa. Él no podía culparlo, JungHoon había logrado zafarse de los policías y escaparse, logrando salir casi victorioso, dejando a una Bae HaNa con un hombro probablemente destrozado y a todos ellos enojados.
Él mismo se encontraba enojado consigo mismo y con los detectives que no lograron atraparlo, odiaba cuando un sospechoso se escapaba y se salía con las suyas, pero fue algo inevitable en su línea de trabajo.
—¿Qué demonios pasó?
TaeHyung soltó un suspiro cansado y pasó su mano por su cabello con desesperación, bajando su mirada cuando HoSeok llegó frente a él y lo miró con desconcierto, escondiendo el claro enojo que el susodicho estaba sintiendo. Era obvio que, al igual que él mismo, el Jefe no estaba contento con la huida del sospechoso.
Ningún policía decente lo estaría.
—Se escapó.
TaeHyung no se atrevió a levantar su mirada de sus botas militares negras, no queriendo tener que lidiar con el enojo de HoSeok en ese momento, él estaba bastante ocupado teniendo que lidiar con su propia frustración.
Pero, HoSeok era su jefe, y los jefes siempre se descargaban con sus subordinados.
—¿Sí?, ¿en serio? No me di cuenta —HoSeok escupió las palabras con sarcasmo, colocando sus manos en su cintura mientras entrecerraba sus ojos hacia el Capitán frente a él—. ¿Cómo demonios dejaste que se escapara? ¡Ahora sabe que lo estamos buscando y quién sabe lo que hará! —HoSeok se exasperó en su lugar.
—Espera, espera. No me vengas a echar toda la culpa a mí, fueron los eficientes detectives que encargaste en mi unidad los que lo dejaron escapar —TaeHyung comenzó a enojarse en su lugar, sonando un poco sarcástico e irónico también—. Y te recuerdo que me diste una orden clara: no despegarme del lado de la mocosa, y eso hice. Si no fuera por mí, probablemente el otro mocoso hubiera logrado matarla, ahogándola en esa piscina. —Él alzó una ceja desafiante después de su arrebato.
»Y tampoco creo que haga nada, al menos no creo que vaya a lastimar a alguien más. Él sólo quiere a las personas que le hicieron daño y sólo le falta la niña. Confía en mí, pudo dispararme con mi propia arma, pero no lo hizo.
