El juego volvió a comenzar, nuevamente el jugador ochenta y ocho tenía la bola en su poder. Supe que eso no iba durar mucho al distinguir el aroma de Liam acercarse con rapidez, de momento a otro él tomó el poder de la bola, observe como corrió hasta el otro extremo del campo. Parecía que iba a dar un tiro limpio.

Pero como dije, parecía.

Díaz, el número ochenta y ocho, lo había tecleado como yo hace unos momentos a él.

Copia barata.

—McCall, ¿que diablos fue eso? —vociferó el entrenador después de que el nombrado hiciera sonar el silbato parando el juego. Dunbar se había convertido en pleno campo—. Eso no fue una falta, eso se le llama ganar —me coloqué al lado del hombre, con nuestras miradas en el alfa y beta hincandos en el césped.

Retire mi casco luego de que un aroma extraño entrara en mis fosas nasales.

Miedo.

Sangre.

Mi corazón dio un vuelco al ver la figura de un lobo a unos metros de nosotros, más que nada por que parte de su lomo estaba manchada de un líquido carmesí.

—Todos atrás —pidió con tono autoritario Scott a los demás jugadores.

Todos acataron su petición.

Excepto una persona.

—Nolan —le llamó al castaño que estaba paralizado en su lugar—. Nolan, oye. Retrocede, amigo. ¿Que haces? —le hizo retroceder, hasta dejarlo a mi lado, ambos siendo respaldos por Booby quien tenía un brazo frente a nuestros torsos de manera protectora.

El lobo siguió gruñéndonos hasta que vio directamente los ojos del descendencia latina.

Dio media vuelta alejándose hacia el bosque lentamente.

Nadie se movió, ni si quiera parpadearon hasta no ver el animal fuera de nuestra visión.

Alfa verdadera y beta se miraron mutuamente, para después dirigir sus mirada a mi persona, querían que fuera.

Tuve la intención de hacerlo hasta que el entrenador colocó su mano en mi hombro, negando disimuladamente con la cabeza.

Oh, dios.

Booby sabe.

Él sabe.

Y sé que él sabe.





—¿Calculó avanzado?

—Aburrido.

—¿Latín?

—Espantoso.

—¿Historia?

—Me duermo.

Escuche como suspiraba, dejando el bolígrafo encima de mi hoja

—Mackenzie, estoy aquí para guiarte. Sin presionarte ni hostigarte, pero necesito que aportes —levante la mirada de mis uñas para observar a la nueva consejera. Al remplazo de la señora Martín—. No parece que estés interesada en la matrícula de clases. ¿Tienes algo de que hablar? En mi opinión, parece que necesitas desahogarte —entrelazo sus manos encima del escritorio—. El horario de consejería ya fue publicado, puedo hacerte un espacio ahora si quieres.

—No.

—¿No? Mira, se que has tenido una vida difícil, y me llama la atención que esta es la primera vez que has pisado esta habitación desde tu ingreso —ladeé la cabeza sin bajar la mirada de la suya. Algo en ella me era extraño, ¿su manera de mirarme a mi? No lo sé—. Tal vez no llevo mucho tiempo en este puesto, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Todo de lo que hablemos aquí, se queda entre tú y yo.

𝗧𝗵𝗲 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 𝗼𝗳 𝗽𝗲𝘁𝗲𝗿 |TEEN WOLF Where stories live. Discover now