Mis tripas ya empiezan a rugir de hambre, la sed puedo aguantarla, pero en algún momento de la madrugada pienso escapar de aquí y colarme en la cocina, a comer lo que sea que haya ahí. No aguantaré mucho tiempo aquí, pues pienso yo, que mis debilidades como persona, son hablar mucho y sin pensar, comer mucho, también.

La noche ya está iniciando y con ella la temperatura desciende, pero mi vestido aguanta la ardua batalla.

Me extraña que aún no ha venido nadie a rogarme o hablarme, ni Lily, ni Cédric, tampoco su príncipe.

En parte quería que lo hicieran, pero cada vez me conocen más y no puedo evitarlo. Finalmente, decido que es el momento de escabullirme e ir a la misión de conseguir algo para comer.

Salgo a puntillas de mi habitación, pero el vestido no me ayuda porque se arrastra mucho, lo bueno es que a esta hora nunca hay nadie despierto.

Bajo por las enormes escaleras, intentando hacer el menor ruido posible y llego victoriosamente a la cocina.

En la canasta de la fruta hay solamente una gloriosa manzana y no dudo en tomarla y atragantarme con ella, dura poco por la velocidad en la que la mastico.

Hurgo más por toda la cocina y no hay nada más, las personas que trabajan aquí lo hacen muy bien, todos los días hacen comidas nuevas y hacen la cantidad exacta de comida para que solo dure por ese momento, es una comida por cada cosa, una para desayuno, una para comida e igual para la cena.

Así que, debido a su trabajo, yo me quedaré sin nada que cenar. Escucho cómo uno de los muebles detrás de mí truena y me espanta, a modo de que me hace voltear.

Y ahí se encuentra él.

— ¿Madrugando? — Pregunta el príncipe con su sonrisa característica.

— Sí — Contesto, ya que, ignorarlo no sirve de nada.

— No encontrarás nada aquí, a menos de que acates mis órdenes — Declara.

— Aun no entiendes, que imponiéndome no conseguirás nada de mí.

— Bueno, muere de hambre — Dice jugando con una manzana, haciendo que note que tiene algo más que puedo comer.

Cuando nota que mi atención se posa en lo que tiene en sus manos, pregunta con sarcasmo — ¿La quieres? — Y sin darme tiempo para contestar la mete a su boca y le da una enorme mordida.

«Desgraciado» Pienso.

— Bueno, ya no tengo nada que hacer aquí, ya me voy — Decreto.

— Espera, necesito hablar contigo — Interrumpe — Veo que no pretendes aceptar mi trato de olvidar todo, ¿Porque no buscamos un punto intermedio? — Dice —Ya que hasta que la muerte nos separe, hay que buscar por lo menos la manera en la que nos soportemos.

— Habla — Digo, pensando en que lo que dice tiene mucha razón.

—Necesito que duermas conmigo, no haré nada de lo que no me permitas —Sentencia serio —Es solamente porque, la gente comenzará a especular sobre nuestra relación.

— ¿Y si me niego? — Pregunto, seriamente.

—Te obligaré, es muy fácil tu decisión en realidad — Contesta el príncipe.

— Inténtalo si puedes.

— Tú me obligas — Suelta y se acerca peligrosamente a mí. Se para frente a mí, y se queda pensando por unos segundos, yo me quedo atónita observando su comportamiento mientras él, en un movimiento rápido, se agacha y me carga como un ligero costal de papas.

Sed de PoderWhere stories live. Discover now