Capítulo 18.

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18. Alicia en el país de las maravillas.

Va a ser la primera vez que cruce el charco. Recorrer Europa…caminar por París, subir a la torre Eiffel, visitar el museo del Louvre…no me lo puedo creer. Siempre pensé que estas cosas las haría al lado de Vicente, disponiendo de todo el tiempo del mundo -es decir: de toda la eternidad-. Me había imaginado a mí misma, caminando tomada de su mano por las horillas del río Sena y quizá navegando por este en uno de esos barcos que llevan a recorrer la ciudad de noche. Admito que es una tonta fantasía rosa, y yo no suelo tener esos arrebatos de empalago, pero con él todo me parecía posible y digno. Aún hoy continúa sin parecerme cursi. París ya de por sí debía ser encantadora, o al menos así la vemos los que no pasamos allí cada uno de nuestros días. Sin duda la ciudad tenía un encanto mágico, y esperaba que su magia jugase en mi favor.

Más allá de la cuidad en sí, de sus pintorescas callecitas, de sus tiendas de lujosas marcas, de sus afamados restaurantes, París encerraba para mí una posibilidad única: me acercaría a Vicente. París podía ser perfecta, reconciliadora, romántica y reparadora, para tanto desengaño. París, terreno neutral para los dos, lejos de los demonios que me seguían, lejos de la historia pasada, de los pesares, de los rencores. París igual esperanza.

Tomé la campera de cuero de encima de la cama, me colgué la cartera del hombro y apagué la luz de mi cuarto. En el living me esperaban mi madre y mi padre, ambos me acompañarían al aeropuerto; estaban algo sorprendidos por mi partida, al igual que yo, pero estaban felices, sobre todo mi madre, rebosaba de entusiasmo por lo que hablaba hasta por los codos. Desde que los llamé para  avisarles que mi jefe me había pedido que me reuniese con él en París no pararon ni un momento. Yo que estaba como caída de un árbol, no sabía por dónde empezar a organizarme, y fueron ellos, sobre todo mi madre, quien puso un poco de orden en el descontrol que se volvió mi vida. Llevaba dos semanas sin lavar ropa, tenía un montón de prendas amontonadas para planchar y además no tenía ni la menor idea de qué meter en la valija -es más, siquiera sabía si una valija sería suficiente, me iba pero no tenía ni la menor idea de cuando iba a regresar-.

Mi madre me enloqueció, ella estaba más nerviosa que yo, a pesar de su ansiedad fue capaz de guiarme por el caos de ropa, productos de higiene personal, zapatos, carteras y ropa interior que tenía por el medio sin saber qué escoger.

El domingo padre y mi madre cenaron pizza en mi casa. Cuando se fueron, a las doce y media de la noche, mi equipaje yacía acomodado a un costado de la puerta, presto para ser llevado al aeropuerto. Con un nudo en la garganta y explotando de nerviosismo y emoción me quedé sentada en el sillón hasta las tres de la mañana, contemplando las valijas y la puerta alternativamente, mientras meditaba sobre el viaje. Con mucha mala suerte, París sería solamente el punto de partida, Trueba me había comentado que iba a llevarme a recorrer los viñedos que poseía por toda Francia, de modo que andaría dando vueltas por ahí, probablemente, muy cerca de Vicente. Si bien no tenía ni la menor idea de dónde tenía su casa Vicente, planeaba descubrirlo en cuanto hubiese pisado suelo francés. ¿Cómo?, bien, hasta ahora Gaspar no debía siquiera imaginar que yo me estaba preparando para dejar el país, tenía pensado llamarlo cuando llegase a Francia; no me cabía ninguna duda de qué él debía saber dónde era la casa de Vicente, y si yo ya me encontraba en camino no se rehusaría a pasarme la dirección, o al menos eso esperaba yo. Probablemente existiese algún otro modo de encontrarlo, si no por medios normales y humanos como consultar una guía telefónica o mover algunos contactos -que estaba convencida Trueba debía tener en Francia-, probaría buscando demonios, ya es sabido que si lo deseo, puedo encontrarlos. Y aunque me viese obligada a remover cielo y tierra, iba a encontrarlo. Lo único que me pesaba de toda la cuestión es que no jugar limpio con Gaspar, estoy más que segura que a él le interesaría saber que estoy a punto de salir el país.

"Infierno y Paraíso". Tercer libro de la saga "Todos mis demonios".Onde as histórias ganham vida. Descobre agora