Capítulo 14.

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Preocupación.

Me despertó el calor. Tenía la remera pegada a la espalda y toda enroscada en el torso, sobretodo a la altura de la cintura; sentía la humedad debajo de mi nuca, en mi cabello enmarañado y en la almohada. La sabana había quedado arrugada debajo de mis piernas y los brazos me picaban de sudor. Por un tiempo, no puedo especificar cuanto, permanecí con los ojos cerrados, a través de los papados me llegaba el brillo de la luz del sol. Presté atención y me percaté de que el departamento estaba en silencio. Rodé sobre mi misma y estiré los brazos buscando a Lucas. Abrí los ojos al no encontrarlo.

La persiana no estaba del todo baja, quedaba un espacio de unos veinte centímetros entre el piso y la última tabla de madera, razón por la cual entraba el sol y también el calor. La puerta del cuarto estaba entornada, Lucas debió cerrarla cuando se levantó, para no despertarme.

Me incorporé y me peiné el pelo con las manos para luego hacerlo un nudo en la coronilla, los cortos pelitos de la nuca y los que se me iban para la frente y las patillas estaban empapados, así mismo también la parte posterior de mi remera, sentí el fresco de la humedad sobre mi piel cuando por la ventana, entró una corriente de aire, que si bien no era fría, hizo que me diese un escalofrío.

Refregándome la cara, en especial los ojos, me levanté y abrí la puerta, encontré a Lucas sentado sobre el sofá, reclinado hacia delante, con los codos en las rodillas y el celular entre las manos (era un celular nuevo, el otro había pasado a mejor vida unos días atrás).

Lucas se volvió hacia mí y me dio un suave buen día.

No tenía idea de la hora pero intuía, por el sol y el calor, que debía ser media mañana.

- No debiste dejarme dormir tanto, ¿qué hora es?

Lucas volvió a mirar su celular. - ¿Once y media?- se levantó empujándose con las manos sobre las rodillas-. Te veías agotada, me pareció bien dejarte descansar.

- ¿Qué tal estás tú?- le pregunté mientras me servía café en la taza que él había dejado preparada para mí, para luego lo córtalo con un chorro de leche.

- Ya estoy bien- contestó aproximándoseme por la espalda, para darme un beso en la mejilla.

Otro escalofrío, pero éste mucho más fuerte que el que me había dado tan solo un par de minutos atrás, me asaltó. Me estremecí.

- Esto es tan frustrante-. La frase se me escapó entre los dientes. Era frustrante no saber qué sucedía con mi madre, era frustrante no poder reaccionar a las carisias y cariños de Lucas del modo que yo misma esperaba reaccionar.

Lucas me puso una mano en la cintura. - Sé que estás preocupada, yo también lo estoy, pero lo prometo, lo resolveremos- me susurró al oído y luego me abrazó rodeándome la cintura también con su otro brazo. Encorvándose sobre mí, apoyó su mentón sobre mi hombro-. Hueles muy bien esta mañana- susurró con voz dulce y que a mí me dio ardor de estómago.

"Infierno y Paraíso". Tercer libro de la saga "Todos mis demonios".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora