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Me encontraba en casa de Camila, no tenía nada que hacer pues el día pintaba para ser aburrido, así que estuve rogándole a mi madre porque me dejara ir. Sólo aceptó porque quería que la dejara de molestar, pero, hey, al menos lo conseguí. Pero cuando llegué donde Camila, me encontré con que justo ella iba para mi casa. Me pareció cómica la situación y opte porque su mamá la llamara y yo la esperaría, porque, bueno, había hecho mucho para conseguir el permiso.

-Y dime, Lauren.- comenzó a decir la madre de Camila, quien tenía una taza de té entre las manos.-¿qué planes tienes para el futuro?

-Bueno, pues, pienso ir con Camila a una Universidad aquí mismo.-Respondí, honesta porque sé que no le agrado a la mamá de Camila y hablar con ella se sentía como en un juicio: todo lo que diga podrá ser usado en mi contra.

-Oh ¿no te ha dicho?-Dijo, con una sorpresa que se antojo falsa.

-¿Decirme qué?- Pregunte confundida.

-Camila se va a estudiar al otro lado del país.-Y tomó un trago de su té.

-Pero ¿qué?- No podía ser verdad. No quería que lo fuera.

-Ella tiene mejores posibilidades allá. Siento que te hayas enterado así.- Y se fue. Claro que no lo sentía. Para ella era mejor que yo me mantuviera alejada de su hija.

Pero no podía ser. Camila no se podía ir. Y estaba segura de que ella no quería irse. También podía estar segura que ella no había tenido voto esta decisión que la involucra. Era injusto.

La noticia fue de esas que tratas de negar con todo tu cuerpo. Como si luchar por no creerla fuera hacer que no fuera realidad. Pero me temía que lo fuera, y que no hubiera nada que hacer para evitarlo.
Escuche que alguien abría la puerta, seguramente era ella, así que me limpie las pocas lagrimas que salieron de mis ojos para recibirla.

Camila entro a la sala, donde yo estaba y en cuanto me vio, se abalanzó para besarme, pero yo la detuve en seco.

-¿Cuando me ibas a decir que te ibas?- Sentí un nudo en mi garganta. Horrible.

-Yo...yo...¿quién te dijo?- Cerró los ojos como si quisiera negar lo que estaba pasando.

-Tu mamá, pero esa no era la pregunta.

-No sabía cómo decirlo y quería...yo quería encontrar la forma de hacer que mis padres cambiaran de opinión.-Sus lindos ojos comenzaban a cristalizarse.- Lo siento...- Y se abalanzó para abrazarme y, esta vez, yo la dejé.

Me di el permiso de llorar y la abracé muy fuerte porque no quería que se fuera. No quería que se fuera nunca. Quería mantenerla en mis brazos por siempre.

-¿Cuando te vas?- La simple pregunta me dolía, pero necesitaba saber.

-En cuanto termine el colegio, tal vez dos semanas después.- Respondió. Ni siquiera podría tenerla conmigo el verano, era injusto. Demasiado. Me sentí enojada e impotente.

-Tiene que haber algo que podamos hacer, Camila, esto es injusto.

-Ya intente de todo, Lauren. No hay vuelta atrás...-su voz se volvió débil a causa de las lagrimas que salían de sus ojos.

-Podemos huir.- Sugerí, pero Camila sólo rió.- Es en serio. Podríamos ir a cualquier lugar, mientras seamos tú y yo no importa.

-No, Lauren, no.

-Bien, entonces iré contigo a esa Universidad.-Dije, decidida.

-No entiendes, Lo. No es sólo sobre ti, yo no quiero irme. Aquí tengo a mis amigos, a mi familia. No quiero irme.- Tapo su cara con sus manos.-No me quiero ir...-dijo, con la voz cortada.

Era una maldita ironía que, justo unos días después de darle ese anillo, yo me enterara de esto.
No quería una relación a distancia. Esas relaciones no son precisamente conocidas por durar mucho. No quería tener a Camila lejos de mi. Yo quería seguir con la seguridad de saber que mi amor estaría a unas cuantas calles de mi, y siempre que quisiera besarla, abrazarla o decirle a los ojos que la amo, podría hacerlo.

Quería creer que Dios se apiadaría, no de mi, sino de Camila (quien tiene a los seres que más ama aquí) y no dejaría que esto pasara. Pero si no había manera de revertir esto, yo me prometía dos cosas: los últimos días, semanas que Camila pase aquí, serían los momentos memorables. Así, con esos recuerdos que yo crearía para ella, tendría a algo a lo que aferrarse. Lo segundo era que, yo pondría todo de mi para que nuestra relación siguiera a flote. Camila es la chica más hermosa e increíble (sin mencionar que es a quien amo más) que he conocido ¿Cómo dejaría ir a alguien así fácilmente?

Ahora estábamos acurrucadas en el sofá: la tenía rodeada con mis brazos mientras ella tenía su cabeza pegada en mi pecho. Camila ya no lloraba, salvo por una que otra lagrima descuidada que se escapaba de sus ojos. Pero ella a veces temblaba. Temblaba por las lagrimas que había llorado antes. Cada vez que eso pasaba, yo la abrazaba con más fuerza ya sea para calmarla o para darle a entender que yo siempre estaría ahí.

-Lauren, -Dijo una vez que la abrace con fuerza.- Lauren, me aprietas y duele.

-Lo siento.-Dije, y afloje me agarre.

Aunque había sonado como una inocente petición, me dio algo en que pensar: ¿Qué estaba haciendo y qué provocaba en ella? Me estaba aferrando a ella y le dolía. Tal vez yo quería aferrarme a ella cuando se fuera, pero ¿ella quería? Aunque me costara aceptarlo, tal vez no quería. Tal vez sería egoísta de mi parte pedir que lo hiciera. Tal vez lo mejor que podría hacer era dejarla ir, aunque eso no significaría que dejaría de amarla.

No, we're not friends [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora