Capítulo 6

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Luego de unos minutos de estar aferrados el uno al otro, en silencio, decidimos salir de la ducha, el vapor que generaba el agua caliente estaba por convertir en una sauna aquel espacio. Deslice la puerta por el lado posterior y así finalmente escapamos de aquella vaporosa prisión. Cerré la llave del agua caliente y le alcance una toalla para que limpiara sus carnosas formas y yo tome otra.

- Vaya que chiquito – Me dijo sonriendo, mirando mi entrepierna.

- Oye, tú ya lo has visto y lo has sentido (hasta sufrido) cuando está inspirado – Proteste, al darme cuenta que mi verga se había reducido a su mínima expresión luego del baño y de las 3 exprimidas que Mili le había dado a mi pene esa noche.

- Lo sé, tonto – Repuso cariñosamente abrazándome, pensando que así acallaría me ego supuestamente herido.

- No te has secado bien – Le dije al sentirla nuevamente.

- Entonces ayúdame – Contesto coquetamente.

No me rehusé a su invitación, mientras ella se secaba el cabello, yo secaba sus armoniosas curvas. Protegido por la toalla, mis manos tocaron todos los rincones de su cuerpo, provocando más de una sonrisa traviesa.

- Oye, ahí no – Exclamo risueña, cuando mis manos se insertaron en el espacio entre sus nalgas.

- Aun esta mojado – Le dije excusándome.

No puso objeción, me dejo actuar, aunque note cierto gesto de dolor cuando rose su ano. Bueno han sido 2 veces esta noche, en su aun poco experimentado ano, que esperabas me dije. Sin lamentarme por ello mis manos subieron, buscando deleitarse con sus otros atributos, llegando a sus melones. Se le erizo la piel al sentir el jaloneo que le daba, sus pezones se pusieron rígidos como piedra la misma rigidez se iba manifestando en mi verga.

Mili, de espaldas a mí, continuaba secándose nerviosamente el cabello, con la toalla sobre su cabeza, su cuello desprotegido. Me acerque a ella, y juguetonamente la bese en el límite entre su cuello y su hombro. Por el espejo frente a nosotros note como esta simple caricia la desarmo completamente, soltó un suspiro excitado y cerrando los ojos volteo hacia mí, en busca de un beso. Hacía poco que había descubierto su debilidad, o su fascinación por el placer que le provocaba el sexo anal, ahora, al parecer había encontrado un punto débil de su anatomía, tal vez un punto G, un punto que al ser tocado despertaba toda su pasión.

Me incline para corresponderle ese beso, su respiración agitada me decía que su excitación iba en aumento. Nuestras toallas se deslizaban por nuestros cuerpos hasta caer al piso. Mi nueva erección era evidente, por nuestra diferencia de estaturas, Mili estaba sintiendo lo duro de mi pene en su ombligo, quizás por instinto mi verga buscaba insertarse en esa cavidad, aunque era muy pequeña para satisfacer mis necesidades y las de ella.

Así lo entendió Mili, que empezó a abrazarme del cuello, buscando trepar sobre mí, quería encontrar una manera de que mi verga no le presione el ombligo sino otro de sus agujeros. Motivado por sus lujuriosos besos, sus senos apretándome por el ir y venir de su respiración, su desesperación y ansiedad porque la penetrara otra vez, y con mi verga hirviendo de deseo de probar su carne nuevamente no lo pensé dos veces mis manos dejaron de acariciar su espalda, se deslizaron hasta su cintura, tocando sus nalgas hasta sus muslos, mis manos se fijaron en ellos y la levante.

- Oh, sí – Exclamo sorprendida y agradecida.

La mantuve izada en lo más alto unos instantes, con sus henchidos senos a la altura de mi boca, succione sus jugosas tetas, jalonee sus pezones y la sentía estremecerse de placer.

- Ya por favor, ya hazlo – Me suplicaba.

Entendía que quería ser penetrada, la fui descendiendo poco a poco, hasta que mi verga rozaba su pubis. En este incomodo accionar, la cabeza de mi verga se paseó por los labios de su empapada vagina, un temblorcillo la recorrió mientras mi verga se deslizaba hasta su ano. La miré, aun excitada, pero con un gesto de desconfianza me dio su aprobación, aun sentía adolorido su esfínter la fui dejando caer, mi verga se fue insertando en su maltratado ano, resistió sin embargo segundos después sus dedos arañaban mi cuello y mi espalda, el dolor se le estaba haciendo insoportable.

Rompiéndole El Culo A Mili.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin