La espada de la muerte

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Maigda sonrió y de su boca comenzó a brotar sangre. Al bajar la cabeza contempló como su estómago estaba atravesado por una daga pequeña hecha de esmeralda pura. Melione movió el arma dentro de su abdomen y más sangre brotó de su boca.

―Que os jodan―retiró el arma.

Se levantó de la bañera y con un empujón metió la cabeza de Maigda dentro, la sirvienta comenzó a moverse con fuerza dentro del agua, pero Melione empujó su cuerpo haciendo que su herida pegase contra el borde de la tina. La hembra acabó muriendo ahogada y su sangre bañó el reluciente suelo del baño.

🐍 🐍

Desde la sala del trono Melione escuchaba el fragor de la batalla. Los sonidos de las armas siendo golpeadas unas contra las otras, los gritos de los soldados que intentaban convencer a sus compañeros para que se unieran a su bando, y otros gritos de dolor cuando eran heridos y sus cuerpos caían contra la hierba. Ella suponía que las armas de los soldados debían de llevar un poco de esmeralda en su aleación para evitar que los heridos se recuperaran.

Ella se encontraba junto a Sliab y Fealltoir rodeada de los soldados que eran más fieles a la rebelión. El macho de capa marrón se retorcía las manos mientras caminaba de un lado al otro, por el contrario el otro comandante se encontraba tranquilo, estaba a su lado y observaba con ojos expectantes todos los movimientos del intranquilo macho.

A Melione ese derramamiento de sangre le parecía una tontería, si la reina lo único que deseaba era llevársela pues debían de permitirle entrar al castillo a por ella. Y que acabase con su vida para que no murieran soldados inútilmente. Odiaba reconocerlo, pero le había cogido cierto aprecio a esos seres serpenteantes y llenos de escamas.

―Debéis de dejar entrar a la reina―le dijo a Sliab posando su mano sobre su hombro.

―¿ Por qué Melione?

―Sabéis tanto como yo que solo me quiere a mi―dijo también hablando para Fealltoir que se detuvo escrutándola―. Así detendremos este derramamiento de sangre y podréis acabar con ella.

―¿Qué es lo que tenéis pensado?―le preguntó Sliab.

―Enfrentarme a la reina cara a cara y matarla. Y si por algún casual acaba con mi vida la tendréis rodeada como para no dejarla escapar.

―Muy bien―dijo el comandante de tierra―. Pero no nos la juguéis.

Melione sonrió de medio lado rozando la empuñadura de su espada.

―Jamás.

Mientras Fealltoir abría la puerta del salón y mandaba a un emisario para que hablara con la reina, Sliab la agarró del codo y acercó su boca a su oído.

Melione asintió tras escuchar al macho y este se apartó quedándose cerca de sus soldados que hacían guardia en la sala.

Tras unos cuantos minutos los cuales se le hicieron eternos, se escuchó como algo metálico golpeaba con un ritmo pausado el suelo del pasillo. Después Nathair apareció en la sala del trono, llevaba un traje de combate completo, con una armadura gris que cubría todo su cuerpo, una corona dorada encima de su cabellera rubia que estaba trenzada.

―Melione―dijo fijando su atención en ella―. Traidores―miró a los dos machos que la miraban con semblante frío.

―Quiero que acabe esta matanza sin sentido. Vuestros soldados ya han sufrido mucho.

―Me parece increíble que precisamente vos seáis la que pida que los soldados dejen de pelear, cuando jurabas que los matarías a todos.

―La gente cambia, su majestad.

Trono de escamas y almas perdidas [Legado Inmortal 1]Where stories live. Discover now