La espada de la muerte

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Llegaron al palacio de la reina más tarde del alba, cuando el sol empezaba a golpear con fuerza incluso siendo un día de otoño

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Llegaron al palacio de la reina más tarde del alba, cuando el sol empezaba a golpear con fuerza incluso siendo un día de otoño. Melione se bajó de su caballo y le dio unas palmadas en el morro para agradecerle el trayecto.

―Puedes ir a tus aposentos, nadie se interpondrá en tu camino.

Melione asintió con la cabeza y dejó a Sliab en las caballerizas mientras iba directa hacia la puerta principal del castillo. Los guardias la dejaron pasar aunque la miraron de reojo, seguro que era por su lamentable aspecto.

Corrió por el pasillo descalza sin importarle dejar manchas de barro sobre el suelo. Subió las escaleras serpenteantes y después atravesó el corredor hasta su antiguo dormitorio dado que las últimas semanas había dormido siempre con Nathair.

En su habitación estaba Maigda esperándola como si la hembra supiera que iba a regresar.

―Bienvenida ―hizo una leve reverencia.

―Necesito un baño.

―Lo veo, acompáñeme. Lo tengo todo preparado.

Melione se metió en la bañera de agua caliente y con la ayuda de la criada quitaron toda la suciedad de su piel, de su cabello e incluso de debajo de las uñas que se había acumulado debido a sus peleas.

―Me alegro mucho de que esté aquí.

―¿Ah sí?―dijo levantando una ceja.

―Si, porque eso quiere decir que está de nuestro lado y que por fin acabará con la tiránica reina.

―Por eso estoy aquí.

Melione bajó las manos desde sus rodillas hasta debajo de sus piernas para ocultarlas mientras escuchaba atentamente.

―Cierto es que hizo mal siendo la muñeca sexual de la reina, pero supongo que todos cometemos errores, incluso el hecho de acostarse con alguien de su mismo sexo. Aunque evidentemente se le perdonará cuando mate a la reina. Ese pecado será eliminado.

La vena del cuello de la joven comenzó a palpitar debido a la rabia.

―Qué coincidencia ―dijo con falsa tranquilidad―. Alguien cercano me dijo lo mismo.

―Claro, jovencita. Todo se puede perdonar. Ya verá como el nuevo rey le busca un buen marido.

―¿Entonces todos los del castillo están junto a la rebelión?

―No, ya me gustaría. Pero muchos soldados y el servicio son fieles a la reina, solo hay algunos de la rebelión.

―Supongo que Yvy, su hermano y usted.

―Así es jovencita, algunos soldados y por supuesto el comandante de tierra y el de la legión.

―Y será Fealltoir quien me busque un marido y acabe con mi aberrante pecado, ¿no? ―sonrió enseñando los dientes.

Trono de escamas y almas perdidas [Legado Inmortal 1]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora