Las gotas de sangre que bañan la muerte

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 Melione abrió la boca ante el magnífico arco que le daba la bienvenida

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Melione abrió la boca ante el magnífico arco que le daba la bienvenida. Una construcción formada de ladrillos y lo que parecían conchas que era la que daba la entrada a los viajeros que decidían pasar unos días en la ciudad del puerto.

Ese era el lugar donde se dirigían aquel día volviendo de su breve paso por tierras humanas y el cual le había costado tanto a ella. El cruel velo de muerte que había dejado a su paso le atormentaría de por vida, aunque era algo que a pesar de que toda su vida le acompañaría no le preocupaba, ya no, debido a que tenía un destino más importante a su alcance.

Observó como Bax cruzaba el arco con su dueña encima y sintió una oleada de excitación por todo lo nuevo que iban a contemplar sus ojos.

Los guardias que custodiaban el arco comenzaron a hablar entre sí al ver a su reina cruzar el umbral. Algunos corrieron a dentro de la ciudad buscando a otros soldados. Nathair frenó a su caballo y escrutó con la mirada a todos los que estaban ahí.

Ella observó algunas cartas tiradas por el suelo y sobre un barril, el cual sospechaba que hacía las veces de mesa. Un poco más a lo lejos cerca de las lanzas que estaban apoyadas pacíficamente sobre la pared de ladrillos había unas jarras para beber. Frunció el ceño al percatarse de que esos guardias se pasaban los días bebiendo y jugando a las cartas en vez de ocuparse de custodiar la puerta de entrada a la ciudad. Se asentó en su interior la idea de que la reina les diera un justo castigo por ser unos holgazanes y no cumplir con su trabajo.

―Qué preparen la fortaleza para nuestra estancia, nos quedaremos un par de días ―dijo cortando el aire con su voz.

―Si, majestad―respondieron todos al unísono.

Observó cómo algunos guardias se pusieron delante de su caballo y cuando comenzó a desfilar por la calle de la ciudad ellos fueron los que comenzaron a guiar su camino.

Las calles estaban llenas de gente que iba de un lado al otro, la mayoría campesinos por el ropaje que llevaban. Era una sucesión variopinta de colores y tonalidades. Había inmortales de muy índole aspectos. Algunos que eran críos su apariencia era parecido a una serpiente, con las extremidades cubiertas de escamas de color grisacio y la cara del animal con unos ojos de una mezcla de verde y amarillo.

Los adultos, que ella supuso que ya sabían controlar la magia, parecían más humanos. Con una cabeza de aspecto humano sin rastro de su verdadera naturaleza, aunque muchos aún tenían la piel cubierta de escamas de diferentes tonalidades. Le llamó la atención una hembra con la piel de color lila que se movía común un vestido vaporoso de color blanco y un cestillo en el brazo lleno de flores. Su pelo medianoche danzaba entre la multitud como un rio formado de oscuridad.

―Os enseño un trozo de mi pueblo más allá del castillo real y ya me queréis dejar por otra hembra―escuchó decir a Nathair mientras salía de sus pensamientos.

Trono de escamas y almas perdidas [Legado Inmortal 1]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon