Miradas de muerte y guerra

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Melione despertó con el suave vaivén de los cuartos traseros del caballo

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Melione despertó con el suave vaivén de los cuartos traseros del caballo. Por un momento olvidó que tenía una herida sobre el parpado izquierdo y abrió los ojos. Para su gran alivio conservaba la vista en ambos ojos. Y ante ella se extendía un paisaje que solo había visto en sus sueños más hermosos.

La hierba del suelo era verde y se extendía hasta donde se perdía su vista. Los árboles estaban recubiertos de hojas y solo el grosor de sus troncos era del tamaño de varios hombres. Los pájaros piaban alegremente en las ramas y algunos animales tomaban el sol del verano sentados sobre la hierba o observaban con sus ojos curiosos el paso del caballo.

La joven observó su cuerpo, su camisa y parte de su corsé estaban cubiertos de sangre seca, su propia sangre, aunque en una de sus mangas distinguió otra tonalidad mucho más oscura, que le indicaba que no era suya.

Tenía las manos atadas con una soga que le apretaba las muñecas. Además de estar tirada boca abajo encima del lomo del animal que la trasportaba.

―Estás despierta― dijo el inmortal que llevaba las riendas.

Ella solo podía ver su espalda que estaba cubierta por su capa de color azul.

―Déjame bajar, sucio inmortal de mierda.

―Cuidado con esa boca, a partir de ahora me debes de hablar con respeto ―dijo siseando con un tono divertido.

―¡Suéltame!

El macho se rió.

―La reina estará contenta de tenerte y yo me ganaré su favor. Así que no, no pienso soltarte. Además estamos llegando.

Melione se movió como pudo y observó un enorme castillo que estaba sobre lo alto de una colina. Desde aquella posición parecía que se podía contemplar todo el valle y sus alrededores.

―Estoy expectante de ver que hará nuestra reina contigo.

Tras ser desmontada por el inmortal y arrastrada al interior del castillo a regañadientes estaba delante de una entrada formada por dos puertas. Las dos manijas eran de oro con una serpiente con la boca abierta y en cada extremo había dos inmortales flanqueándola.

Melione miró a aquellas dos criaturas que no se parecían en nada a los inmortales que había matado y a su captor. Estos dos tenían una cola formada por escamas verdes y su cabeza era la de una serpiente, a partir del cuello su cuerpo era igual al de cualquier hombre humano.

Esas dos criaturas no la miraron, aunque ella sabía que ya la habían evaluado con sus lenguas capaces de percibir lo que les rodeaba. Un escalofrío le recorrió la columna pensando en el aspecto que tendría la reina serpiente.

Se imaginó una serpiente de cinco metros enroscada en el suelo lleno de esqueletos y de un fuerte color verde que tendría la capacidad de hablar con su voz siseante, para su desgracia pronto saldría de dudas debido a que las dos puertas se abrieron delante de ella.

Trono de escamas y almas perdidas [Legado Inmortal 1]Where stories live. Discover now