El poder de la muerte

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 Melione se encontraba de nuevo en aquel claro repleto de naturaleza

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 Melione se encontraba de nuevo en aquel claro repleto de naturaleza. Era un día soleado donde el sol golpeaba con fuerza como si intentara quemar todo lo que tocara. Habían pasado varios días desde el baile, aquel día que había sentido contra su piel el verdadero poder los inmortales y se había dado cuenta de la marioneta que era en manos de Nathair. Lo cual era algo que despreciaba.

Había calmado en la intimidad de su dormitorio el afán de ser tocada por aquel ser inmortal que refulgía fuerza y poder en cada poro de su cuerpo, había acallado la voz de su mente que le decía que aunque fuera el ser más malvado que había conocido eso no le importaba y quería ser deseada y tocada por ella. Había matado aquel deseo con el arma más poderosa que tenía, su propia voluntad de hierro.

Hasta tal punto que a la mañana siguiente tras ver la sonrisa de Nathair le había escupido a la cara, recordándole a la reina que ella no quería nada de ella, aunque de su cuerpo lo único que había recibido era un golpe de su mano contra su mejilla. Algo que prefería a cualquier gesto agradable por su parte.

Después del desayuno que había estado plagado de miradas de muerte contra la reina se había despedido sin ninguna palabra y había divagado un poco por el castillo buscando alguna escusa para ganar tiempo antes de ir a ver a Jack. Quería zambullirse en aquel plan hasta el cuello y derrotar a Nathair ella misma. Deseando acabar con la vida de sus brillantes y preciosos ojos. Porque lo que más odiaba de ella era lo perfecta y gloriosa que se veía, mientras Melione cada mañana maldecía a su reflejo por no verse así, por solo verse como una humana frágil y derrotada. Tenía envidia de ella por verse tan maravillosa aunque por dentro fuera negra como el carbón, porque su alma estaba podrida hasta lo más profundo.

Jack le había prometido que le enseñaría sobre las plantas que había en aquel jardín y antes de hablar sobre conspiración y muerte, le enseño sobre uno de los árboles que había al lado del suyo, donde él vivía para siempre atado por Nathair. El árbol daba un fruto de color amarillo del tamaño de una uña de Melione. Según la serpiente era el fruto más ácido que se cosechaba en aquellas tierras, le dijo a la joven de probarlo y ella lo hizo, a los pocos segundos escupió el fruto y fue directa a la fuente a por algo de agua para enjuagarse la boca.

Cuando volvió junto a Jack después de calmar sus papilas gustativas la serpiente tenía una mueca en su cara como si se estuviera riendo a su costa. Melione quiso trocear a Jack por el mero hecho de haberse reído de ella, pero se calmó. Debía de aprender a controlar sus emociones.

―Ha llegado hasta mi la información de que cada vez estas más cerca de la reina.

―Es cierto, pero lo odio. La detesto con toda mi alma.

―Se que te supone un esfuerzo estar a su lado, pero debes de continuar así. Tu eres nuestra mejor baza para terminar con su reino del terror.

―¿Que quieres que haga?

―Quiero, bueno, queremos, que consigas que te enseñe a dominar tu poder mágico y cuando lo hayas conseguido, planearemos un golpe de estado. Hasta entonces además de aprender sobre tu magia debes de ganarte su confianza.

Trono de escamas y almas perdidas [Legado Inmortal 1]Where stories live. Discover now